José Bové contra McDonald's

18 de enero de 2000

Es un milenarista, dicen unos. Es un enemigo del progreso, afirman otros. Es un utopista, señalan algunos más con desprecio. Se llama José Bové. Nació en 1953 en Francia. Se fue a vivir al campo en 1974. Se hizo campesino.

Fue una de las personalidades más destacadas de la protesta de Seattle en contra de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Es una de las figuras más relevantes de la nueva izquierda alternativa.
Su fama internacional, más allá del mundo de las ONG y las organizaciones campesinas, proviene de la protesta que protagonizó en contra del McDonald's de la ciudad de Millau, en Francia, en agosto de 1999. A bordo de un bulldozer, junto con otros compañeros, destruyó el techo del local de comida rápida y escribió en sus paredes: "No queremos comida Frankenstein".
En su origen, la simbólica movilización en contra de la multinacional fue animada por la intención de rechazar la decisión del gobierno de Estados Unidos de gravar con un impuesto adicional los productos franceses considerados de lujo, como el queso Roquefort. Esta, a su vez, provenía de la decisión de ese país de no permitir la importación de carne de ganado vacuno engordado con hormonas, por considerar que puede ser nociva para la salud. La sanción comercial estadunidense provocó que la libra de Roquefort artesanal se elevara de 30 a 47 dólares.
La protesta rebasó, muy pronto, el ámbito de los conflictos comerciales entre los dos países para entrar de lleno en la disputa por las concepciones de la agricultura, la alimentación y el mundo rural. Según José Bové, la comida es expresión cultural de un pueblo y es grave pretender homogeneizarla. McDonald's es, para él, una sola cultura en Singapur, en Texas y en Francia y, por eso, lo rechaza.
Detenido por la fuerza pública pasó 20 días en la cárcel. Aunque pudo haber obtenido su libertad antes, como resultado de una colecta popular que recogió los fondos necesarios para pagar la multa, se negó a hacerlo. Salió de la cárcel con 20 kilos menos, porque ahí "dan comida basura".
La prisión no era nueva para él. En 1976 fue encarcelado por invadir instalaciones militares. En 1995 fue detenido en Tahití porque participó en un movimiento en contra de la reanudación de los experimentos nucleares. En 1998 se introdujo, junto con otros compañeros suyos de la Confederación Campesina (CC), a las bodegas de la compañía Novartis para añadir maíz normal al que había sido genéticamente modificado y que es conocido como Bt, perteneciente a la empresa. Su objetivo fue desnaturalizarlo e impedir su venta y cultivo en los campos franceses. Según el dirigente campesino, la acción fue en apoyo a los pueblos indios de México, quienes domesticaron este grano y lo han conservado durante siglos, y también para impedir que sea propiedad de unas cuantas empresas multinacionales.
Sujeto a juicio a penal, su proceso se convirtió en un acto público que reunió solidariamente a personalidades de muchos países. Finalmente, quien se sentó en el banquillo de los acusados fue el maíz transgénico.
José Bové lucha en contra del modelo de agricultura industrial impulsado por las grandes corporaciones que ha erosionado los suelos, daña la salud de los consumidores, desaparece cultivos, estrangula la soberanía alimentaria, arruina a los agricultores y amenaza con aniquilar la diversidad cultural. Rechaza los alimentos genéticamente modificados y la comida-basura. No está en contra de la OMC, "pero sí de una OMC que es juez y parte, que dicta normas y estima si los demás las cumplen, que escapa al control ciudadano y está en manos de tecnócratas". Se opone a "un mundo en el que el mercado dicta su ley a los políticos". Considera que "el mercado es indispensable para las relaciones económicas, pero no puede ser el único factor de regulación".
Insumiso, pacifista activo, impulsor de asociaciones campesinas, sostiene que sus acciones son producto no del mandato de una mayoría, sino de un imperativo moral interno. Ha sido influido por Gandhi, Martin Luther King y César Chávez. Posee una granja donde, junto con otros cinco socios, cría ovejas, y vende su leche a los productores de queso de la región. Hombre de campo, al fin, piensa que cada persona tiene el derecho a comer lo que quiera.
Los campesinos viven en la incertidumbre del clima, las plagas, el crédito y los mercados. Tocan la tierra para ver qué hay detrás de ella. Miran a las personas para escuchar lo que dicen. Para ellos, cada predio, cada animal y cada cultivo son distintos. La uniformidad los pauperiza cuando no los desaparece. La lucha por la diversidad es la disputa por su propia sobrevivencia. La batalla de José Bové contra McDonald's es un símbolo de la resistencia en contra de la homogeneización forzada que se lleva a cabo en nombre de la "modernización". Su suerte será la de millones de campesinos en otras partes del mundo.