El Maíz transgénico y la salud

REFORMA / Redacción

Ciudad de México (24 abril 2013).- Los autores de este artículo son Antonio Turrent Fernández, investigador Nacional Emérito y miembro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, A.C., y Alejandro Espinosa Calderón, Investigador Nacional III e integrante de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, A.C.

Las multinacionales de semillas están en espera de la autorización del Gobierno mexicano para vender su semilla de maíz transgénico, hasta en un millón de hectáreas de riego en Sinaloa, principal abastecedor de grano de maíz para las ciudades, en Tamaulipas, Chihuahua, Durango y Coahuila.

Entre los híbridos transgénicos que planean vender sobresale el que porta el evento MON NK 603, mundialmente célebre por haber alimentado ratas durante su ciclo de vida (dos años, en vez del estándar de 90 días), en un experimento también célebre.
Con la autorización del Gobierno, las multinacionales sustituirían de manera acelerada a sus híbridos normales por híbridos transgénicos (sin ganancia en rendimiento).

Hay dos alegatos que las multinacionales difunden insistentemente en la prensa para preparar a la opinión pública a aceptar comer maíz transgénico en sustitución del normal a escala masiva.

Su alegato es el de la inocuidad del evento transgénico MON NK 603 para la salud humana, apoyado en dos argumentos:

1)Un pretendido desprestigio de la metodología del grupo de Séralini de Francia que condujo el experimento citado (los resultados de este experimento muestran la asociación entre ese consumo con el incremento en muertes por cáncer de mama en las hembras o por lesiones graves de hígado y/o riñón en los machos, en comparación con sus testigos) y

2)No hay evidencia del sector salud sobre daños a la salud de los mexicanos que, sin haber sido alertados, ya habríamos estado expuestos al consumo directo de maíz transgénico en gran escala durante años.

Hemos discutido el primer argumento y no lo abordaremos de nuevo, excepto por la gran extrañeza de que no haya habido, hasta la fecha, convocatoria pública alguna en México para el cotejo independiente del experimento de las ratas.

El costo del experimento del grupo de Séralini fue del orden de 20 millones de euros durante dos años (unos 380 millones de pesos mexicanos). Esta inversión u otra diez veces mayor serían ridículas ante el riesgo a la salud que correremos 113 millones de mexicanos con nuestro alimento básico.

¿De veras tenemos que creerles a las multinacionales en su campaña de preventa sin garantías y sin fiador y en su ofensiva de desprestigio de resultados de investigación científica, que no ha sido refutada científicamente?
Veamos datos duros con respecto al “consumo masivo de maíz transgénico en México”:

1) El campo mexicano produce 22 millones de toneladas anuales de maíz normal, que casi duplica al consumo directo de 12 millones de toneladas anuales como grano.

2) Casi todo el maíz importado (10 millones de toneladas anuales) se usa como forraje o en la industria.

3) Las importaciones anuales de maíz de EEUU fueron en los últimos tres quinquenios, menores a 5 millones de toneladas anuales, de 7.8 millones y de 10 millones respectivamente (un ejercicio aritmético con estos números y con el supuesto de que el 75 por ciento del maíz importado se usa como forraje o como insumo industrial sugiere que las toneladas de maíz transgénico comidas directamente en los 3 quinquenios son 0.5, 1.5 y 2.2 respectivamente, dentro de los consumos anuales de 10, 11.5 y 12 millones de toneladas). ¡No ha habido tal exposición masiva!

4) La ausencia de etiquetado del alimento transgénico consumido en México debilita cualquier aseveración de inocuidad.

5) El experimento de las ratas sugiere que el daño a su salud causado por el maíz transgénico (MON NK 603) en su dieta, sería del tipo crónico subclínico, como el daño causado por el tabaco a los humanos. Por lo tanto, ese daño a la salud de los mexicanos estaría, por su corto tiempo, aún en etapa de incubación.

Los Secretarios de Sagarpa y Semarnat declararon recientemente a la prensa que, por carecer de formación científica, consultarían a las instituciones científicas del País para considerar su consejo. Los Secretarios deben al País información sobre sus indagaciones, mismas que habrían de hacerse públicas.

Las instituciones nombradas por los Secretarios, todas ellas públicas, también nos deben a los ciudadanos conocer su consejo a las Secretarías, tanto en lo individual como en lo colectivo.

Los autores creemos que el Gobierno mexicano debería decretar, por lo menos, una moratoria de 10 años para realizar los cotejos indispensables antes de dejarnos llevar como País por un camino sin retorno.

Fuente: http://www.reforma.com

(http://www.reforma.comverdearticulo6971393422default.asp?plazaconsulta=r...)