Los barones del azúcar

20 de julio 2017
La Jornada

El 5 de julio pasado la industria estadunidense productora de azúcar aceptó a regañadientes el acuerdo al que habían llegado los gobiernos de su país y México un mes antes, como forma de resolver el conflicto del comercio de azúcar. A pesar de que México concedió sin chistar todas las demandas de Estados Unidos, el acuerdo les pareció poca cosa a las Big Sugar.

Encabezada por los barones del azúcar Alfonso y José Fanjul, la industria azucarera estaba ansiosa de que el presidente Donald Trump atendiera el caso de las importaciones provenientes de México.

Los hermanos Fanjul son dueños de la mayor empresa de refinación de azúcar en el mundo: American Sugar Refining, formada por Florida Crystals propiedad de los Fanjul y una Cooperativa: Sugar Cane Growers. El grupo posee además ocho refinerías de azúcar en Estados Unidos, Canadá, Belice, Inglaterra, Portugal y el ingenio de San Nicolás en Veracruz, México. Tienen también plantaciones y refinerías en República Dominicana.

Según refiere una entrevista en Vanity Fair (goo.gl/iAYyfC), los multimillonarios Fanjul salieron de Cuba, huyendo de la revolución, donde eran propietarios de 70 mil hectáreas de caña y 10 ingenios, y se instalaron en Palm Beach, Florida, para construir un nuevo emporio. Compraron ranchos ganaderos, granjas hortícolas y establecieron una plantación de 73 mil hectáreas en los Everglades. El embargo de Estados Unidos a Cuba prohibió la importación de azúcar y fue un gran incentivo para su producción en el país y para su importación desde distintos orígenes como República Dominicana.

La explotación de mano de obra jamaiquina para el corte de caña, fue una pieza clave para su veloz y exitosa expansión. Alrededor de 20 mil jornaleros llegaban cada año a la zafra de los barones del azúcar, apoyados por un programa de gobierno, y eran enrolados en un sistema de esclavitud moderna, con jornadas de trabajo extenuantes y mal pagadas, viviendo en barracas insalubres y sin poder denunciar su situación para mantener el empleo. A pesar de que en 1986 el gobierno impulsó un programa de amnistía para trabajadores agrícolas que les otorgaba permiso de trabajo, las compañías azucareras lograron que los cortadores de caña no tuvieran acceso a este permiso pues los liberaría de las plantaciones. Esto enfureció a muchos jornaleros que se atrevieron a participar en una acción colectiva para demostrar la falta de derechos laborales y los fraudes salariales de los que habían sido objeto. El juicio tardó 10 años debido a la influencia política de los demandados y costó a muchos trabajadores sus empleos. Después de este juicio, los Fanjul decidieron mecanizar el corte de caña y desechar a los migrantes.

Pero los barones del azúcar no sólo amasaron su fortuna explotando la fuerza de trabajo del Caribe, también son responsables por la contaminación de los Everglades con fosfatos y plaguicidas utilizados en sus plantaciones. En la bárbara carrera de la agricultura industrial del siglo XX, los ingenieros drenaron miles de hectáreas pantanosas para construir el área agrícola de los Everglades, sobre la que se expandieron rápidamente las plantaciones de nuevos tipos de caña. Un costoso sistema de bombas, diques y canales impide que el área agrícola regrese a su condición original de pantano y que el lago Okeechobee se inunde. Pero este sistema no ha podido controlar el flujo río abajo de los fertilizantes pesados que aplican los azucareros, ni de otros desechos agrícolas que han contaminado los Everglades. El desastre ambiental se manifestó en últimas fechas con la proliferación de algas azules tóxicas para la salud humana y de los ecosistemas.

Una de las principales enseñanzas de la experiencia cubana según los Fanjul, fue que para que los negocios prosperen no se debe estar fuera de la política. Así desde su llegada a Estados Unidos se enfocaron en establecer relaciones con el poder político, sin importar la orientación partidaria. Alfonso es demócrata y Pepe republicano. La donación de recursos a las campañas políticas es una práctica que les retribuye con creces distintos favores. Una costumbre que disfrutan es invitar a su casa de Palm Beach o de Dominicana a personajes de influencia política. Se ha rumorado que el acuerdo paralelo sobre el azúcar del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pudo tener su origen en una visita social de Serra Puche a los Fanjul. Wilbur Ross, secretario de Comercio de la administración de Trump y encargado de la reciente negociación del azúcar es amigo de Pepe Fanjul desde hace casi 10 años y ha vacacionado en Casa de Campo. Pepe Fanjul donó una considerable suma para los festejos de campaña del presidente Trump.

Se descubren los hilos tras el tinglado que permiten a los barones del azúcar creerse con derecho de obtener aún más concesiones.

http://www.jornada.unam.mx/2017/07/20/opinion/015a2pol