Agricultura campesina de ladera y Miaf

27 diciembre 2018

Catorce millones de hectáreas, de las 31 que hay de tierra de labor en México, se cultivan en laderas con pendientes moderadas a fuertes (8 a 30 por ciento) hasta abruptas (mayores a 30 por ciento); todas, sin protección contra la erosión hídrica, lo que las degrada progresiva e inexorablemente. Estas tierras son manejadas en pequeñas unidades familiares de producción (Pufp) con menos de cinco hectáreas. Hay más de 2.7 millones de éstas. El sector agrícola campesino realiza, por lo menos, cuatro funciones esenciales para el país: 1) ser la mayor fuente de empleo del sector rural, 2) producir más de 30 por ciento de los alimentos que se consumen en el país, 3) ser el principal mayordomo de la agrobiodiversidad domesticada en Mesoamérica y del recurso suelo en laderas, y 4) proporcionar los maíces nativos que son insustituibles en la cocina pluricultural nacional y para el cultivo de tierras marginales.

De manera errónea, a partir del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, ha considerado un sector marginal, inviable económica y ecológicamente e incapaz de competir en el TLCAN. Por lo tanto, el apoyo que ha recibido del gobierno ha sido sólo asistencialista. La ciencia, el extensionismo, el financiamiento, el seguro agrícola, la comercialización, etcétera, le han sido prácticamente negados. Este tratamiento oficial de los pasados 30 años ha empujado al sector de las Pufp hacia la crisis económica y ecológica que ya es evidente. Éstas sólo pueden empeorar con el cambio climático inminente. Los eventos de sequías, altas temperaturas y lluvias torrenciales –todas de desastre– serán más frecuentes y causarán la migración, el debilitamiento de sus funciones esenciales para el país y el cambio a cultivos ilegales.

El gobierno debe hacer un gran esfuerzo para rescatar este sector clave. Así como su crisis es multidimensional, de la misma manera el esfuerzo corrector ha de ser multiobjetivo e integral. Ya no es suficiente, como fin, incrementar el rendimiento de sus cultivos. Debe, además, atender por lo menos: 1) aumentar radicalmente el ingreso familiar, 2) proteger al suelo contra la erosión, 3) restaurar y estimular la agrobiodiversidad y el cultivo de sus semillas nativas, 4) incrementar la infiltración del agua de lluvia, y 5) incrementar la fijación de carbón atmosférico.

No hay en México, y probablemente en el mundo, mejor tecnología para corregir la crisis del sector que el de la milpa intercalada en árboles frutales (Miaf). Ésta es una tecnología agroecológica multiobjetivo desarrollada por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) y del Colegio de Posgraduados (CP) durante más de 30 años de colaboración. La Miaf es un desarrollo a partir de la agricultura tradicional del área de Huejotzingo, Puebla, y de avances científicos internacionales para el manejo agrícola sustentable de laderas. Consiste en hileras de árboles frutales plantados en contorno bajo manejo moderno intensivo, que alternan con tiras dedicadas a la milpa. Se logra mayor infiltración del agua de lluvia y protección contra la erosión hídrica como producto de la interacción entre un laboreo ligero, el agua de lluvia, la pendiente y un filtro de escurrimientos que se apoya sobre la hilera de árboles frutales. El filtro es un camellón de residuos de cosecha y poda de este tipo de árboles que se instala cada año antes del inicio de las lluvias. Los frutales contribuyen al incremento radical del ingreso familiar, de la biodiversidad, a la captura del carbono atmosférico y a su ubicación más profunda en el perfil del suelo.

La milpa intercalada con árboles frutales es compatible con el paradigma de la agricultura tradicional campesina y con el de la convencional. Sin embargo, es intenso en conocimiento debido principalmente al manejo de los árboles frutales. Su dominio tecnológico actual incluye a la fracción mayoritaria de los 14 millones de hectáreas de laderas que cuentan con temporal benigno. Por razones obvias, presupuestales y de apremio, la Miaf debería ser aplicada de manera prioritaria a las pequeñas unidades familiares de producción que aún tienen tierras no degradadas y en pendientes fuertes, que avanzan hacia las más degradadas y que están menos inclinadas.

El número de investigadores del Inifap y del CP que ha intervenido directamente en el diseño y aplicación de la Miaf es muy reducido, en contraste con la magnitud del dominio tecnológico de esa técnica. Por eso, es preciso que el sistema universitario que atiende al campo incluya la Miaf en sus planes de estudios. El programa de gobierno Sembrando Vida incluye la Miaf entre sus objetivos y será el primer paso hacia su escalamiento.

Investigador del Inifap y del CP; UCCS. Investigador Nacional Emérito del SNI.

https://www.jornada.com.mx/2018/12/27/opinion/012a1pol#