Con esa frase nos recuerda Ramón Vera Herrera, de GRAIN y Ojarasca, la mirada desde la vida campesina, donde el entramado de relaciones de comunidades, mujeres, hombres, niños, maíz y mucho más que crece en la milpa, nos permite ver el horizonte con más claridad. Los senderos de la defensa del maíz y contra la invasión de los transgénicos son una afirmación contundente de ello.