Aguacatitla

De lo natural a lo reglamentado, y sigue la incertidumbre

Aquí hay una red de trabajo y cooperación entre comunidades y localidades, pese a que se hablen distintas lenguas o se adscriban a ciertos pueblos. La mayoría coincide en muchas de sus narraciones y formas de leer el mundo. El caso de Ahuacatitla no es la excepción. Al registrar en sus memorias narraciones en torno a su relación con la naturaleza, nos enseñan la utilidad de éstas en la gestión y cuidado de sus propios recursos naturales. Un ejemplo nos lo cuentan algunas personas de la comunidad.

–Les quiero comentar algo que mi papá me contó y según fue verídico, eso de lo del Montero. Yo no creo en eso ni de Dios ni del Diablo. No soy una persona creyente. Mi papá tenía un peón de aquí de Zoyatla que se llamaba don Cruz. Era un aserrador, con la sierra voladora, que trabajaba con el señor Esteban Santos. Mi papá iba a hacer una casa y tenía ocotes y le dijo: “¿sabes qué? Túmbate ese árbol” y le mandó a tirar el árbol para que se tapeche y no se apolille. Con su hacha después lo tiró y se fue. Ya venía para acá, ya venía de regreso. Pasó por un arroyo oscuro, feo, cuando ve, según, al mismo que plantó los árboles. Y entonces le contó a mi papá: “ya no fui a trabajar, porque me espantó el dueño del bosque”. Dice que vio un señor con un sombrero redondo lleno de pachtle, de eso que tienen los árboles, aquí todo verde, pero bien grandote y harto de pachtle que se pega en los árboles. Vestido de eso le dijo: “Bueno, ¿y quién te dio permiso de tirar ese árbol?”. “Don Jacinto” [así se llamaba mi papá]. “Él no es el dueño, el dueño soy yo, no debes andar tumbando árboles”. Y él, como tenía un burro del otro lado, a fuerza tenía que pasar, si no tenía que dar una vuelta como de tres kilómetros hacia arriba o hacia abajo para poder cruzar. Entonces se regresa y se vuelve a asomar y lo vio que se fue para abajo. Y entonces comenzó enfermo el señor y ya nunca se alivió. De eso se murió, del susto. Ésa es la historia de la superstición del dueño del bosque.

Foto: Daniela Garrido

–Como Serafín del monte.

–Como el “sombrerón”.

–No, pero la historia del sombrerón es una figura que asalta y, en cambio, el dueño del monte es quien cuida el bosque.

–Yo pienso que como hay poca gente que habite los lugares, como que más se adueña de los ciclos de los lugares, porque antes decían que había muchos lugares donde decían que asaltaban; por ejemplo, que de aquí al arroyo decían que veían algo o a alguien o un señor, cosas de esas. Ahora como hay más casas, más gente, ya no se oye tanto de espantos. Creo que al mal le gusta la soledad y se adueña de los lugares solitarios. Puede ser.

Foto: Daniela Garrido

El diálogo con la sierra ordena y regula la vida y la muerte, da paso a una convivencia que busca equilibrios, armonías, entre madres e hijas, entre padres e hijos, entre el cerro y el pueblo. Esta visión y cuidado que se tiene de la naturaleza favorecen también la organización de la misma comunidad, el saber que ellos son responsables de los recursos permite que los cargos y representaciones sean pensados en función del beneficio colectivo y de su entorno, mas no en favor de un bien personal. Lo reflexionan cuando dicen:

–Yo pertenezco al comité de agua. Nosotros le damos mantenimiento a los depósitos, los limpiamos cada tres meses, dependiendo. El comité de agua se elige entre la gente, yo ya llevo tres años, pero yo ya quiero decirles que ya, no hay un límite de tiempo, los del comité van y si no hay agua va uno y ve qué es lo que pasa, si se tapó una manguera, van a ver eso. Cada dos o tres años hay que ir cambiando. La gente los propone, ya depende cuánto dure, es de cada quien, aunque sí deben de cambiarlo. Hay un presidente, un secretario y yo soy el tesorero y tres vocales. A veces, se hace uno tonto, no lo hace uno como debe de ser, pero sí, ahí vamos. No hay pago, solamente ahí en la colonia de nosotros tenemos una personas que nos echan el agua cada dos días, antes era un relajo porque nada más era una persona la que abría, a algunos el agua les llegaba y a otros no, porque tenían sus mangueras en malas condiciones, entonces nos organizamos y decidimos que nos íbamos a cooperar cada quien de a diez pesos para la persona que iba a abrir y a cerrar, nada más hasta ahí.

Con el gasoducto puede haber una afectación de casi 100 por ciento porque estamos aquí en un lugar donde todavía nos mantenemos de la naturaleza y vemos a gente que viene contaminando con los alimentos que también compramos nosotros, y siempre les damos la oportunidad a los que nos vienen a meter de cuanta cosa. Pero si queremos nosotros, podemos vivir de nuestras propias tierras. Y sí, nos van a perjudicar bastante.

–Nos vienen a quitar la tranquilidad. Yo soy del Consejo en contra de los proyectos de muerte, soy mestizo pero nosotros apoyamos a los compañeros del movimiento que ellos sí tienen sus costumbres, su idioma, me entristecen esos proyectos porque ocupan gran parte de nuestro territorio, nos vienen a quitar la tranquilidad, el medio ambiente. Nuestras tierras son fértiles y se da todo, tenemos nuestros manantiales los queremos conservar siempre, además de que nosotros nos alimentamos de esas aguas, también a otros pueblitos los alimenta con esos manantiales que tenemos, entonces ésa es la defensa que yo tengo con ellos. También los animales que existen, la flora y la fauna silvestre, ya empieza a haber venaditos, jabalís, siempre ha habido tejones, ardillas, mapaches, tlacuaches, zorros, todos los animales, hay mucha vegetación, está la pesma [un helecho muy buscado en la zona] que se supone está en peligro de extinción, es una planta grande, es de los tiempos de los dinosaurios, según, ésa se da por acá, entonces no estamos de acuerdo con que esos proyectos se realicen. Con el gasoducto puede haber una afectación de casi 100 por ciento porque estamos aquí en un lugar donde todavía nos mantenemos de la naturaleza y vemos a gente que viene contaminando con los alimentos que también compramos nosotros, y siempre les damos la oportunidad a los que nos vienen a meter de cuanta cosa. Pero si queremos, podemos vivir de nuestras propias tierras. Y sí, nos van a perjudicar bastante.

La visión y el cuidado de la naturaleza favorecen la organización de la misma comunidad, el saber que somos responsables de los recursos permite que los cargos y representaciones sean pensados en función del beneficio colectivo y su entorno, mas no en favor de un bien personal

–Él nos comentó que estos tiempos iban a llegar. Tengo 54 años y nací aquí en Ahuacatitla. Mi papá fue campesino que trabajaba la tierra. Labraba la tierra con la coa. Cortaba leña y la vendía para mantenernos. Leña de San Pablito para cocer colote, con lo que se hacía el papel amate. De ahí sacaba para los chiles, las cebollas y las cosas que se ocupaban para la cocina. La tierra la amagaba para la siembra de maíz y frijol gordo que, como dicen, era para el sustento de la familia. De ahí yo también le comencé a ayudar a los doce. De diez años, saliendo de la escuela, me iba a cuidar borregos, chivos, una que otra vaca por ahí, ¿verdad? Una o dos que teníamos. Ora sí que le ayudamos al trabajo doméstico tanto de la mamá como del papá. Para eso, nosotros le ayudábamos con el trabajo. Aquí había mucho monte. Antes entubábamos las montañas y dejábamos un tronco especialmente para que se enredara el frijol. En la patita del tronco se enredaba y ahí daba los “choles”, los ejotes. Ahí se colgaban y de la mata del maíz se sostenían. Sembrábamos maíz, frijol, los animales: chivo, borregos y una que otra vaca.

Ahora cambié de trabajo: ahora cultivo el café. Me bajé a un nivel donde se da el café. Y ya no hago milpa. Mi hermano y papá sí. Tienen su milpita, cultivan frijol y lo que siempre se daba. Todavía viven de lo mismo. Nosotros lo sembramos en el mes de febrero, marzo y parte de abril. Son tres meses de siembra. Y los sembramos juntos, al mismo tiempo. Se revuelve: le siembras aquí o le “cuatrapeas” o le brincas dos matas más, porque el frijol se extiende mucho. Entonces, para que no se haga una plancha arriba, se le siembra lejos, se revuelve. También con coa y yunta le revuelves, ahí donde está medio parejón se mete yunta.El frijol sí se vende una parte, pero el maíz es para el consumo de la familia y todo naturalito. Ahorita ya no hay fertilizante. El señor que surtía la química falleció: ya no hubo quien trajera los carros de abono. Por eso comenzamos a cultivar con otras… bueno, ellos siguen cultivando con excremento de algunos animales: borregos y chivos.

El café lo vendemos solidariamente nada más. Cada quién conforme lo pueda cultivar y vender. No hay un mercado así que nos paguen totalmente en un precio valorado en el costo que nos corresponde. Ahora sí que trabajamos más y recibimos poco. Cuando estaba Salinas de Gortari nos convirtió los terrenos en pequeñas propiedades y nos dieron títulos de propiedad. Supuestamente nos sirve como si tuviéramos una escritura notariada.

Mi abuelo, papá de mi mamá, era muy accesible a leer, no como yo que no me gusta leer; salí flojo. Él sí era muy lector. Tenía cajones llenos de periódicos. En aquel entonces había un periódico se denominaba Amigo de la Verdad; el otro se llamaba Periódico de Cruz. Él estaba relacionado con la prensa, y le llegaban los periódicos como ahora llegan las noticias. Entonces, él le comentaba a su familia y a mi mamá, que ahora tiene 94 años —es de 1923.

Ella me comenta que su papá les decía muchas historias. Y dice que su papá le platicaba que en estos pueblos, los más pequeños, como en el que yo vivo, las pequeñas propiedades se fundaron donde los terrenos no tenían dueño. Ahí nomás se agarraban lo que querían. O sea, que no había dueños en esta zona. Aquí los pobladores que llegaron se tomaron su tierra y la daban a su hijo, nieto, bisnieto, en fin. Por eso se dividieron en pequeñas propiedades, porque el que llegaba, se aposentaba: allí en mi comunidad, la ranchería que primero se fundó fue como hace unos doscientos o doscientos cincuenta años. No le puedo decir la fecha, pero el primero que llegó se llamaba Miguel Aparicio: llegó, como luego dicen, “por su gusto y por su honor de llegar”. Las pequeñas propiedades, decía mi abuelo, se originaron desde que llegaron las personas y no había dueños de los terrenos. Nada más llegaron y se le repartieron a las familias. Pero ya de ahí se fueron abundando más familias, se fueron repartiendo y ya fueron más pequeños cada vez.

Foto: Daniela Garrido

Y algo más: él nos comentó que estos tiempos iban a llegar. Nos dijo de este tiempo que estamos luchando, por las cosas que están pasando y falta más: porque él nos comentó que el gobierno nos tendría que tener sujetos y las tierras se van a convertir en un chicharrón. Como chicharrón de marrano, que lo rallas y lo hacen pedacitos. Él nos comentaba que no iba a haber ningún lugar de la tierra que no tuviera comunicación y carretera, comunicaciones de energía, que no tuviera servicios, pero que ahí esos servicios los iban a cobrar por medio de los grandes ricos y con participación del gobierno, que íbamos a pagar un impuesto; que vamos hasta a pagar por dormir en cama. Quizá ya lo pagamos —por tener un piso en la ciudad se paga–pero que eso iba a llegar hasta acá.

Otra historia que él leía era que iba a venir un capataz: donde entra el carro, va a entrar el carro; donde no entra el carro, el caballo; donde no entra el caballo, lo tienes que cargar tú al capataz, que va por parte del gobierno, para que rectifique lo que tú siembras y lo que tú cultivas, dónde están tus tierras y cómo las trabajas. Eso es lo que nos comenta mi mamá: que vamos a volver a los tiempos de esclavitud y parece que ya estamos empezando a vivirlos.

Él nos comentó que estos tiempos iban a llegar. Nos dijo de este tiempo que estamos luchando, por las cosas que están pasando y falta más: porque el gobierno nos iba a tener sujetos y las tierras se iban a convertir en un chicharrón de marrano, que lo rallas y lo hacen pedacitos

–Ahora cultivo café. El proceso de cultura del café, en esta región, es que cada quien se rasca como puede. Nosotros aquí cultivamos nuestro café, lo sembramos, lo hacemos crecer y cada quien lo recolecta y lo vende como puede a los coyotes. No tenemos un mercado donde, digamos, vamos a entregar todo y a un precio nivelado; siempre tiene que haber intermediarios. Entonces, no tenemos esa facilidad de tener un medio de cómo nos paguen mejor, siempre tenemos que tener intermediarios. Entonces, cada quién: no tenemos organización.

El gobierno nunca ha hecho nada. Cuando nos manda algún ingeniero agrónomo, lo manda, así como dicen por ahí, para que nos chingue, porque nos lava el coco y finalmente no nos da nada. ¿Por qué? Porque nosotros estábamos recibiendo un recurso de la Secretaría de Agricultura para chapeo, ¿cuánto nos daba? 650 pesos por hectárea, y había que ir hasta Villa Juárez. ¿Cuánto me gasto en pasaje, comida y tiempo? Pues casi me lo acabo. Era anual y después lo fueron recortando. Después ya mejor dijimos que no nos convenía, porque era más el gasto que lo que nos daban.

Supuestamente viene sanidad vegetal para que nos den un líquido, pero nada más nos vienen a perjudicar, a engañar.

Hace dos años y medio —a veces no duermo por estar pensando cosas—, escuchaba a media noche, dos de la mañana, que andaba una avioneta rondando. ¿Qué cosa hace a media noche? Da vueltas para acá y para allá y se va, se pierde el zumbido y otra vez. Desde entonces para acá comenzó a notarse esa enfermedad de la roya del café. Pensamos que rociaban el hongo. Y fue la época en que empezó a ubicarse la roya en la región… Soy testigo de esas cosas. Otra historia: un día que fueron a traer borregos de Sagarpa, que depende del gobierno, traían infección en las pezuñas. Los borregos de aquí comenzaron a enfermarse, ¿para qué traíamos entonces ese ganado? Supuestamente el gobierno participa en ese daño. “¡Ah, sí; pero te dan la medicina!”. Es entonces es un negocio amañado. Es como ahorita lo de la roya: es un negocio redondo. Te lo enfermo, le aplicas la medicina y no te sirve y, como dicen: lo que pretenden es acabar nuestro café para que ellos tengan venta, y el café que ahora nos están metiendo, al rato salen con que no sirve.

Ellos buscan por donde filtrarse. Yo no uso químicos. Aunque mis plantas estén medio feas, no les hecho ninguna química.

Ya tiene como 18 años que sembré una variedad diferente.

Sí; es planta baja, de bajo nivel. No es un árbol muy grande. Ya se mantuvo como 18 hasta 20 años. Fue de los primeros que llegaron de diferente especie.

Es un árbol que da una frutita muy parecida al café y que es el que utilizan los de Nestlé. Es el que quieren meter en todo el país. Incluso lo ponen como plan de gobierno…

Sí se sabe quién utiliza fertilizante, quiénes fumigan y quiénes no. Sí se sabe. Ya son poquitos los que cultivan. Así como vamos, de aquí a diez años va a desaparecer el café. O hasta menos.

Aquí vienen de un proyecto que llaman Sierras Verdes. Es una corporación de varias organizaciones, hasta de una corporación que fabrica helicópteros también, y tienen nexos con otras religiones. En fin, es Televisa y Sierras Verdes, pero está Agricultura, son cinco organizaciones. Antes vinieron a algunos proyectos, pero ahora se metieron a los de la agricultura. Primero entraron con lo de las estufas ecológicas y luego siguieron con los invernaderos, viveros, gallineros, hortalizas, también con plantas de aguacate. Y vienen también aliados con Agricultura.

Foto: Daniela Garrido

–Ya no están interesados. Pero eso que están diciendo, que los jóvenes ya no están interesados en sembrar, que ya no están interesados en el campo... No están interesados, pero sí se dedican a comer, porque viven con nosotros. Así que no se interesan por sembrar, pero sí por comer. Quiere decir que sí lo necesitan, pero como decían, ya se volvieron flojos. Ya no quieren sembrar. Mientras están aquí comen de lo que se produce, gracias a los viejos, a los troncos de arábiga, a las ramas secas que ya están quedando por la contaminación. Entonces, están participando en la alimentación, nada más que no en la cultura.

Van a la escuela, lavan los trastes un poquito, barren la casa… pero el que se tuerce es el papá, la mamá o el viejito que todavía por ahí anda, sustentándolos. No tienen tiempo, porque supuestamente a las ocho están en la casa, llegan a las dos o dos y media de la tarde, hacen su tarea, un ratito que se distraen y ya llegó la tarde y hay que dormir y al otro día desayunar e irse a la escuela.

En cambio, cuando nosotros estábamos chicos, llegábamos y a estas horas con nuestro candil estábamos haciendo la tarea. No había que el celular, la tablet, la televisión, la bicicleta. Yo los veía, pero ni siquiera pensaba en comprar una, ni sabía cómo se lograba la bicicleta.

Teníamos carros de tabla. Y mi hermano hizo llantas de lodo con cocoshal, mezcla de ocote y cal y lodo… Y todo era diferente.

Yo le platico a mis chamacos: ¿quién no vive de la tierra?

Lo que quiere el gobierno es enfermarnos, complicarnos, destruirnos de una y otra manera. Entonces yo les digo a mis chamacos: aquí se dan los quelites, lechugas, verdolagas, rábanos, cañas, limas, naranjas; finalmente, si quieres compras en el mercado, si no, no los compras. Hay que sembrar no para vender, sino para comer

Hasta el malvado gobierno de Peña Nieto está tragando de lo que cultiva la tierra. ¿Acaso no se tragan unas galletas que vienen del trigo? ¿No se está tragando unas frutas? Pero no lo valoran. “Ése que se friegue, a ése hay que ponerle más impuestos, más trabas”. Los de Michoacán que cultivan el aguacate tenían que pagar no sé cuánto por kilo de aguacate para poderlo vender en un mercado. En vez de que les den preferencia, les ponen más trabas. ¿Por qué? Porque el rico más rico y el pobre más pobre. ¿Por qué nos quieren dejar pobres? ¿Por qué nos quieren dejar en la miseria? Para que no nos podamos mover. Porque, ya débiles, ¿qué fuerza vamos a tener? Mal pasados, mal tragados, maltratados, atemorizados. Si te pones exigente, te mandan la policía, te intimidan, y más que no estamos organizados para defendernos. Así es.

Anteriormente había mucha cortadora de café, como dice el señor Camerino, que se sembraba el café con huizotle; no se sembraba con cepa. Pegaba y daba de montón —rojeaba la huerta. Pero también había mucha mujer, hombre, que se dedicaban a cortar. Ahora que les dan apoyo del gobierno dicen: “¡ya para qué trabajo!”. Había diez, quince cortadoras pizcando café y al despulparlo salía y había precio. Como dice aquí el compañero: ¿de dónde vamos a sacar para pagarle bien a una persona? No, pues si ya mero no ganas ni para comer. Ya es una cultura. Yo, porque le ando cascareando por otro lado. Si me dedicara completamente a la huerta, pues no, no te da. Yo lo hago, como dicen, por diversión y cultura, pero de ahí no sale. Eso es en cuanto ya no hay apoyo. Tu parcela, nomás para que se te caiga el café, ya no hay cortadoras. Tampoco mercado. Además, en la limpia, sales poniendo. Y eso sin corte. Ahora, el tiempo que tardas en sembrar, hacerla crecer, limpiarla: eso no lo pagan. Ahí es donde nosotros no podemos pagar al peón.

A ver si no pasa, pero creo que en diez años, al paso que vamos, va a desaparecer el café. ¿Quién quiebra? El compañero, dos, tres por allá. Gente joven ya no sabe sembrar. Yo aprendí a conducir una yunta de bueyes, sé cuidar un borrego, un chivo, una vaca, plantar café, maíz, frijol, las plantas que quieras, pero la gente joven de quince o veinte años no sabe ni agarrar el arado, menos hacerlo, un “yuco”, un “timón”, ni amarrarlo; la mera neta que no saben ni amarrar un toro. Ni saben cuántos nudos hay y cómo se les nombra. Aquí don Juventino sí sabe porque es uno de los viejos que le enseñó su papá el nudo de manzana, el ciego, el de toro, el de gasa, en fin… sabemos cómo se hacen las cosas, pero un joven ya no. A duras penas sabe…

Y en zonas donde son más indígenas, secuestran a la familia, los llevan a internados. Las familias se empiezan a mover de sus rancherías hasta cerca de sus niños. Es tremendo. El gobierno hace eso. En Oaxaca también.

Y aquí todas las escuelitas van a ser los “centros escolares”. Aquí Zoyatla, por ejemplo, va a acaparar los alumnos. En la reforma educativa, dicen que van a crear esos centros escolares, poniéndoles transporte, a Ahuacatitla, y los van a concentrar en una comunidad, como dicen, con tiempo completo, donde los maestros van a ganar el mismo sueldo, pero van a quitar a ese maestro de las comunidades más pequeñas. Ahí es un ahorro otra vez del gobierno, porque en vez de pagar esas plazas, dos, tres plazas de las comunidades, con uno, dos o tres maestros, van a llegar a una sola. Por eso, la reforma está planteada con 40 alumnos o más.

Es una manera de jalar a la gente a la ciudad, pero al mismo tiempo separar a las familias. Lo que no quieren es que los papás sigan enseñando a los niños todo lo que hay en el campo, porque podría haber una nueva generación, como hay en otros lugares en México, donde los jóvenes, aunque vayan a la escuela, regresan a su comunidad a trabajar en el campo y también sabiendo todo lo de afuera, como pasa en las comunidades mixes, en Oaxaca. Sí son gente que se fue a estudiar, pueden ser ingenieros incluso, pero que regresan a trabajar otra vez al campo y entonces se potencia todo lo que es el campo con todo lo que es de afuera, pero eso es por decisión de la gente, por organización de la gente, porque el gobierno hace todo lo contrario.

Es lo que nosotros deberíamos de hacer. Yo tengo un niño y una niña y sí les estoy enseñando la cultura del café, le echan ganas. Les digo una cosa y luego otra. “Se siembra así, porque mínimo la tierra no los va a dejar sin comer. Aun cuando el gobierno nos quiera atacar. Si ustedes siembran, la tierra no los va a dejar sin comer, y van a comer mejor que los que están en la ciudad”, porque, si se dan cuenta, creo que la pretensión de la existencia es estar mejor aunque no tengamos mucho dinero; pero estar sanos, creo que ésa es la felicidad. Para qué quiero dinero si no tengo salud —no sirvo para nada. Lo que quiere el gobierno es enfermarnos, complicarnos, destruirnos de una y otra manera. Entonces yo les digo a mis chamacos: aquí se dan los quelites, lechugas, verdolagas, rábanos, cañas, limas, naranjas; finalmente, si quieres compras en el mercado, si no, no los compras. Hay que sembrar no para vender, sino para comer. Es lo único que yo les puedo inculcar porque de esa manera viví, crecí y, gracias a eso, no me enfermo tanto hasta ahorita de alguna enfermedad muy complicada. Ahí andamos, como dicen también. Creo que no comiendo a llenar también puede ser una salud, porque si no luego vamos a comer y nos vamos a empachar; creo que nos vamos a enfermar. A veces por no tener para una Coca-cola, pues me tomo un trago de agua y me va a hacer mejor: por no tener. A veces, por tener, te enfermas. “¿Sabes qué? Tráeme una Coca-cola o un kilo de bistec de ésos que están ahí del establo”; sin en cambio, acá me compro un hueso de ésos que hay por acá.

–El venado-chivo. En los tiempos en que mi mamá estaba chiquilla, había venado, porque ella dice que cuidaba chivos y, en una ocasión, dice que un venado se apareó con una chiva y produjo un venadito. Se desapareció la cabra como por quince días y ya luego vieron que andaba con el venado y produjo un venadito-chivo. Sí había venados todavía en esos tiempos. Había “temazate”: es un venado pero más pequeño que tiene nada más dos cuernos.

Es un venado más pequeñito, digamos más parecido a un chivo. Acá varias veces se han escapado de los perros. Lo han ido persiguiendo y yo los veo y regreso a los perros, dejo que se vaya el temazatito. En una ocasión estaba como a doce metros, estaba chiquito, ahí estuvo un rato, y yo dije: “creo que está muy mansito, creo que lo voy a cercar”. Que agarro y que voy a querer agarrarlo. Yo quería abrazarlo, porque estaba bien bonito, pero a unos ocho metros que agarra y se va. Se fue para arriba, despacito. Pero mientras estaba yo trabajando ahí estaba acompañándome.

Hay aquemazate, tlacuache, tejón, mapache, cacomixtle, zorros. En el año 58, había coyotes: venían a comer a los animales: las aves, gallinas, guajolotes, chivos, borregos… en la noche. Animales que no sé qué tenían que a los perros les gustaban mucho. Tlacuache, piztlacuache, tejón, armadillo, zorra, cacomixtle, onsa —es una especie de ardilla, pero es más ágil—, tuza arrial, tuza terrera… Jaguar no hay. Hay tigrillo, gato montés pinto.

Víboras hay varias: dormilona, coralillo, bejuquillo, petatillo, mahuaquique. El coralillo sí es venenosa. El mahuaquique es totalmente venenoso; creo que más que el coralillo. Hay de tres especies: de dos, cuatro y siete narices. El de dos narices es venenoso, el de cuatro narices es doblemente venenoso y el de siete, súper-venenoso. Ése nada más te muerde y te mueres. El otro todavía te deja caminar unos cien o doscientos metros, pero éste no. Hay víboras con lanceta también aquí, es un tipo coralillo pero tiene su lancetita, como una avispa. Muerde y adiós. Insectos hay algunos: avispa roja que le decimos “el caballo”, avispa negra, avispa ceniza, abejas de campo…

La que hace el panal le decimos inquilina. Y las que pican son “tlamizates”, bueno, las que pican pésimo, que duele, las rojas… también los jicotes. Hay variedad de jicotes. Les gustan las milpas. Hay muchas plantas medicinales. Todavía existen los murciélagos, pero ya bajaron bastante. No, antes en las tardes, nomás de verlos, una revoloteadera de allá para acá, por todos lados. Pájaros hay muchos: clarines, jilgueros, palomas, perdices, codornices, perdices. Hay quebrantahuesos, que son como una aguililla, pero más chiquito y con sus alitas blancas, medio cafecito, no negro. Ése perjudica, porque se come el ombligo de los becerros y los desombliga. Es carroñero.