Chila

Su historia y los caciques de la región

Les damos la bienvenida al pueblo de Chila de Juárez y les agradecemos que le tomen importancia a este asunto, porque sí nos puede perjudicar bastante el gasoducto. Mi nombre es Andrea Monte Rosales y radico aquí en Chila de Juárez.

–Yo me llamo Emiliano Diego Jiménez, originario de Chila de Juárez, formo parte del Consejo y del comité de danza de culturas.

Taller en Chila, reconstruyendo el espacio territorial. Foto: Itzam Pineda

–Buenos días. Soy Valente Aparicio González, nacido aquí en Chila. He estado conservando el tiempo de la cultura. Me doy cuenta cómo le hacían antes mis abuelitos, mis familiares y lo voy conservando un poco, lo poquito que alcanzo a ver. Organizo para hacer la cultura. Platico con la gente para hacer algo, llevar la ofrenda al cerrito de arriba.

9 1–Yo me llamo Cruz Diego Aparicio. Como decía la compañera, les damos la bienvenida y de antemano les agradecemos que se interesen por nuestro problema y por este pueblo. Ojalá que todo esto nos ayude en el futuro a que los niños se involucren y aprecien lo que es la cultura y la tierra.

–Mi nombre es Salvador Aparicio Olvera y soy integrante del Consejo indígena. Si me permiten, ahí me van apoyando en lo que nos falta.

Don Salvador Aparicio Olvera. Foto: Eliana Acosta

Bueno, aquí en la comunidad de Chila, desde que tengo uso de razón, que no son muchos años quizás, siempre hemos compartido con las gentes grandes. Yo siempre he estado más con las personas mayores, porque de ellos he aprendido mucho. Hasta hace poco, estamos hablando de unos 18 años, yo tenía una abuelita que murió a los 115 años. Siempre hablamos de lo que ella vio, a lo largo de lo que ella vivió. Ella se llamó María Bernal Vargas. Una persona muy activa, siempre muy interesada en todo. Nos platicaba que ella participó en algunas de las tropas —era chamaca cuando la intervención francesa—, cómo derrotaron a los ejércitos que venían.

Una de ellas, hay un libro histórico que se perdió de por acá, que se tenía al alcance: hablaba mucho de Chila. Tenemos dos o tres periódicos, aunque no tienen toda la información. De todo eso, también hay una campana de 1711 que está a nombre de Santiago. Aquí en Chila, según, antes, cuando el santo patrono, el Señor de la Misericordia, no fue aquí en este lugar, sino que fue aparecido en el barrio de San Pedro, en un escobal, un zarcero de mora.

Somos el pueblo más antiguo en cuestión otomí indígena de por aquí. Nosotros somos los más antiguos

Allí lo encontraron y le construyeron un oratorio que todavía existe. Es una casa común y corriente, pero ahí era el oratorio, no había iglesia, era “oratorio” porque era lugar de oración, y ahí existen todavía los muros. Después fue iglesia mucho tiempo. Ahí es donde estaban también lo que nosotros les llamamos los dioses de la lluvia. Aquí el compañero Valente es el que está a cargo del ritual que se hace en el cerro sagrado del Margarito. Como referencias.

De lo que yo sé, mi abuelo era arriero y él hablaba mucho de Pancho Villa, de los Zapatas. Decía: “ahí viene Zapata”. Era un señor que murió de 109 años, murió como hace cuarenta años. Nos platicaba muchas cosas de lo que él vivió de la Revolución. Yo sé que él decía que este pueblo fue uno de los pueblos más antiguos de todo Puebla, porque decía que aquí vinieron a plantarse antes de que llegaran los españoles. Eso es lo que me platicaba. Y eran muy pocos los españoles que llegaron.

Ya después fueron llegando los ingleses a Honey, porque se plantaron ahí e hicieron una colonia inglesa: por un señor que se llamó “Richard Honey”. Lo hicieron los Honey. Ellos trajeron el ferrocarril y empezaron a sacar las minas de barro que ahora continúan, pero ahora ya las sacan con tráileres. Con ellos llegaron los caciquismos, llegaron de otros pueblos y la gente era mala: aunque mi abuelo sacaba toda su mercancía de aquí, tenía que pagarles a esas gentes para que lo dejaran trabajar, en esa época.

Cuando construyeron el templo donde está el Señor de la Misericordia, ahí se hacían las fiestas y se hacían las comidas y los mayordomos le daban de comer a toda la gente. Se hizo con ayuda de los pocos pobladores. Hasta donde me acuerdo, mi abuelo decía que aquí la gente no podía tumbar un árbol, porque los caciques venían y se los llevaban. Decía que los reportaban, porque el ejército pasaba por aquí —son los caminos–y bajaban los que venían de México, de Pachuca, de Puebla… por aquí pasaban y bajaban a la sierra. Por eso mi abuelo decía que son de los más antiguos los de este pueblo.

Por eso a mí se me hace extraño que el señor juez no nos ubique como un pueblo originario y antiguo. Tenemos creo que la misma antigüedad que Pahuatlán o si se puede más. Nosotros participamos en la guerra de los franceses, en 1860, por ahí. Nuestra gente derrotó a los franceses: como nosotros no teníamos armas, se formaron sobre de los cerros unas torres de piedra y los acorralaron. Ésas fueron sus armas, porque ellos no contaban con armas y aun así derrotaron a los franceses. Hay un libro, como comentaba el compañero, de la historia de Chila. Desafortunadamente, nosotros no tenemos ninguna copia, pero ahí nos incluyen. De hecho, uno de nuestros paisanos, uno de nuestros “parientes”, decimos nosotros, luchó con un capitán de los franceses. Aunque él murió, pero sí él ayudó a que esa batalla se ganara y era originario de aquí de Chila. A las autoridades les dije el nombre la vez pasada —no traigo mi documentación—, pero sí es originario de Chila. No sé por qué no se nos reconoce. Yo quisiera que esto llegara al juez y, por lo que nos contaban los abuelos, creo que tenemos derecho que se nos reconozca como pueblo antiguo.

Tan antiguo somos que mi madre decía —en paz descanse–que cuando pasaban aquí las tropas, de repente se llevaban a los niños, a las niñas. Eso hacían los militares que no tenían hijos. Mi mamá me platicaba que a ella se la quisieron llevar varias veces, porque los militares pasaban arrasando con lo que encontraban, pero que la pudo librar.

Algo que quiero agregar tocante al punto de la antigüedad y de la historia. Por el hecho de que el pueblo participara, como dicen, dentro de las tropas, por ello le dieron el grado de municipio aquí. Entonces fungió como municipio, pero ya en ese momento había el grupo caciquil en la cabecera municipal y, con el apoyo de los gobernantes del estado y los diputados, engañaron a la gente diciendo que se iban a llevar el poder adonde estaba el ferrocarril, la mejor vía de comunicación. Y que la gente a gobernar de aquí de Chila iba a ser gobernada por la cabecera municipal, que iba a ser Honey. Así fue como se llevaron por engaños la cabecera municipal de aquí. En ese tiempo era Chila, Chila. Resultó que después le cambiaron el nombre a Chila, Honey, y así se quedó el municipio. Ahora ya no es Chila, Honey. Ya es Honey nada más, con todos los decretos que se han venido dando.

Hasta 1990, estuvieron gobernando los caciques fuertemente: venían y se llevaban el mejor ganado para las fiestas de los gobernantes, las cañas —por eso dejaron de existir. Aquí había molienda y le cobraban a la gente, por cada recipiente de jugo que sacaban les cobraban, y si no pagaban, pues se las tiraban.

–Para todo había impuestos, porque, aunque yo fuera la dueña de este árbol —así ya seco y yo lo quisiera usar para el consumo de mi casa—, tenía que pagarles un impuesto. Y si ellos venían y yo estaba cortando ese árbol, me llevaban con todo y hacha hasta que les pagara a los caciques de Honey. Por eso agarraron y se llevaron el municipio para allá. Ahora resulta que ellos son municipio y nosotros somos una junta auxiliar. Hubo un momento, fue como en 1983, que nosotros nos rebelamos e hicimos y nos autonombramos el municipio libre de Chila.

El caso es que esto ya se venía politizando antes. Desde 1970 decían que había que recuperar el municipio a golpes y violencia. Y la gente comenzó a organizarse. Nosotros éramos pequeños y efectivamente ya casi llegaban a eso, pero, finalmente, como el municipio tenía todo el apoyo del gobierno, pues la gente de entonces no pudo hacer casi nada. Además no era, como dicen, la vía de poder gestionar el municipio —que se reinstalaran nuevamente aquí. Entonces, según, la gente que estaba encabezando el grupo en ese tiempo dijo: bueno, pues vamos a denominarnos Chila, nada más. Y como vieron que 1972 era el año de Juárez, vieron la posibilidad de agregarle de Juárez. Por eso le pusieron Chila de Juárez.

–En 1984 hubo un accidente aquí, muy fuerte, de un autobús que se fue al barranco. Entonces había, de hecho siempre ha habido, gente un poco más, cómo les diré, ambiciosa. Esa gente aprovechó ese momento. Nos querían cobrar en ese entonces por cada difunto 11 mil pesos por el certificado de defunción —que le iban a hacer la autopsia y no sé qué. Nos querían cobrar esa cantidad. Varios protestamos, incluyéndome a mí, porque incluso estos señores que venían —el perito, el médico legista y todos ellos–a fuerzas querían esa cantidad. Y vino el presidente de ese entonces de Honey, que se llamaba Álvaro Vargas. Vino y nos dijo que no nos preocupáramos, porque él iba a solucionar esto. Pero nosotros, viendo que había gente muy pobre que a veces nada más iba por el maíz a Honey, viendo esa situación yo les dije: “a lo mejor algunos podemos conseguir para pagar esa cantidad, pero hay unos que nada más van por su maíz. ¿De dónde van a sacar para esto?” Y entonces nos dijo el presidente: “no se preocupe; lo vamos a arreglar.” Por ahí alguien dijo que juntáramos firmas para no pagarles. Recuerdo que nos dijo el médico legista y el del ministerio público, que venían en ese entonces: “pues si sepultan a sus muertos sin que nosotros les demos documentación, vamos a venir y los tendrán que sacar”. Entonces alguien dijo por ahí: “pues si ustedes vienen y entran a este panteón y tocan a alguno de nuestros muertos, nosotros los vamos a sacar a ustedes o si no, los vamos a tener que sepultar con ellos.” Las cosas se pusieron muy calientes. Entonces dijo el presidente: “no, esto lo vamos arreglar”. Cuando se empezaron a recabar las firmas, la mayoría del pueblo tenía, cada quien, tenía su muertito, porque fue bastante gente. Pienso fueron como unas cuarenta y tantas. Porque al instante fueron como 38, pero algunos que se llevaron se morían después. Fueron como unas 48 o 50 gentes, en ese accidente. Había casas que había hasta dos muertos.

¿Pues cuándo iban a juntar 22 mil pesos?

Entonces, por ahí hay un alma “caritativa”, de los abusivos, recabó otras firmas —yo nunca me enteré de ésas. Las juntó, pero para apoyar a Honey. Todavía Honey no se denominaba municipio, estaba en proceso de nombramiento. Las recabó y las dejó en Honey: las vendió y lucró con esas firmas y automáticamente Honey se convirtió en municipio, todavía no se había declarado municipio hasta ese entonces.

Por eso ahora estamos en esta situación. Pero somos un pueblo originario, nosotros somos los fundadores de este pueblo de Chila. De toda esta región, somos los más antiguos. Somos el pueblo más antiguo en cuestión otomí indígena de por aquí. Nosotros somos los más antiguos. Entonces, me pregunto, señor juez, yo sé que tiene mucho trabajo, pero tiene que entender esta parte: que nosotros tenemos historia, de hace muchísimos años, antes de los españoles.

–Yo, recordando los tiempos, como está diciendo la compañera: mi papá tenía muchos cañales grandes para moler. No lo dejaban trabajar. Si no pagaba la multa, venían y le metían lumbre a los cañales. Si cargaba uno leña para cocer el piloncillo, igual se llevaban a mi papá hasta que no pagara la multa de todo lo de monte que cortaba para hacer el piloncillo. Ahí lo tenían hasta que no iba uno a pagar y lo soltaban. Así eran: toda la vida nos traían amarrados, no nos dejaban mover para trabajar.

–No, y el que se ponía rejego, si era el hombre, e iba la mujer a visitarlo, la agarraban ahí, la violaban y casi la mataban. Eso es lo que hacían los caciques. Pese a ser la gente más humilde, de ellas son de las que más se aprovechaban, por no tener estudio, por hablar otomí, porque no entendían español y todo eso ha ido marginando a este pueblo más y más. Porque no sabían salir, nomás de aquí de Chila a Honey. Luego, no había camiones. Había que ir a pie y los animales cargando la verdura y todo eso. Caminando. Unos no vivían por acá por el centro; unos vivían hasta allá por los montes, y de allá se iban caminando hasta Honey. Todo por la necesidad de ir a comprar maicito o lo que hacía falta o vender sus productos, que son verduras. Sobre todo lo que se da aquí, ir a venderlo para comprar maicito. No estaba todo el pueblo junto, era disperso.

–El pueblo se ha de haber formado, yo creo que como en el ‘70, más o menos. Cuando los terrenos que están en el centro del pueblo se urbanizaron, más bien se lotificaron, porque las casas sí estaban lejos.

Taller en Chila, reconstruyendo la historia espacial de su región. Foto: Itzam Pineda

–Todo eso, la gente, a lo mejor, dicen ustedes, los jueces de allá, a ellos no les importa, ¿verdad? Pero creo que, así como ustedes vienen a unirse con nosotros en nuestra causa, ellos deben entender que ahorita ya no estamos cerrados de ojos, que ya ahorita estamos más todavía para unirnos como pueblo, para sacar esta lucha que estamos empezando. Eso es lo que debe entender el juez. De que a lo mejor ahorita todavía hay gente humilde —no digo que no—, hay mucha gente humilde, porque usted llega a una casa y lo reciben con humildad: lo que tengan se lo comparten a todos, así sea un taco de frijoles, una salsa molcajeteada, pero comen todos juntos. Y si llegan ustedes, les dicen: “pásele a tomar una taza de café”. Antes se acostumbraba mucho tomar café. Ibas a una casa y te invitaban a tomar café; a otra, también. Porque ésta es una región donde se da mucho el café también. Ellos mismos lo elaboraban, lo tostaban… eso mismo consumían ellos. Casi prácticamente, aquí, el producto que se consume, aquí se cultiva, se da todos esos productos.

Algunos de los caciques son, eran, ingleses, pero no eran de aquí mismo, de aquí de este pueblo, no. Empezaron a llegar porque se formó la colonia de Honey. La formaron los ingleses, porque llegó el ferrocarril. Pero así, de los pueblos de San Miguel, de Aila, empezaron a llegar de los pueblos circunvecinos a ese pueblito. Y ellos mismos, los que tenían más dinero y trabajaban más con los ingleses, eran los que formaron todo ese caciquismo. Aquí a nosotros nos tenían doblegados. Tan es así, que decía mi abuelo que cuando llegaba con sus cargas para montarlas al tren —porque transportaba a Puebla, a México, a Pachuca—, él decía que le quitaban las cinchas o los avíos a las bestias y se llevaban los bultos. Le regresaban su carga hasta que mi abuelo iba a pagarles el impuesto, por llegar y cargar nada más al tren.

Con el caciquismo, decían: “no, pues con esto nos hacemos ricos”. Y sí, hubo mucha gente que se hizo rica y sigue siendo rica, pero porque aquí querían sacar todo. Aquí se sembraba chile, tomate, cacahuate, café, la caña se sacaba bastante. Mi abuelo era arriero y sacaba mucha carga y la llevaba a lo que es La Merced en México, a Pachuca, a Puebla, o sea, él llevaba bastante. Llevaba de aquí y traía de allá para acá. Entonces, pues esta gente le quitaba la parte.

Mi abuelo terminó siendo jefe de armas en ese entonces, para defenderse. Porque él ya ni siquiera a Honey llegaba a cargar, él se iba más adelante. Tenía que caminar todavía más para cargar en otro lugar y no pagarle a esta gente. Lo metían cada rato a la cárcel para que les pagara. Y él, a pesar de que no sabía hablar español y eso, se fue abriendo paso. Encontró a algunas personas. En una ocasión, él platicaba que llegó a Honey y como no pagó el impuesto, así como llegó lo metieron a la cárcel. Tuvo que ir a ver a unas gentes. Mandó, decía él, un propio, hasta Huachinango, le mandó un escrito. Yo creo que esta persona lo hizo porque mi abuelo no sabía. Lo manda a que se lo llevaran a las autoridades de él y de ahí ya le mandan otro escrito al que era el presidente de Honey y lo sueltan. Él siempre se defendió. Por eso terminó siendo jefe de armas en ese entonces. Pero los caciques eran de allá; ninguno de aquí.

Mi abuelo se llamaba José Diego Escalera.

–Estos caciques ya eran mestizos. Pero sí había entre ellos parte de ingleses, de extranjeros, ellos eran los que gobernaban.

El fundador de la estación de Honey sí era inglés, Richard Honey. Pero él únicamente vino y montó su industria y no fue él que impulsó a los caciques, sino que fueron ya las gentes que empezaron a colonizar ahí, a acercarse por lo de la estación. Pero en su mayoría eran de los que venían corriendo, delincuentes, asesinos, que se venían a refugiar a Honey. Luego, como dicen los compañeros, comenzaron a ver que aquí había una minita, que era la que llevaba todos los productos: los robaban en el camino, los asesinaban o de plano allá les cobraban fuertes multas o los impuestos, que le llaman. Porque ellos eran los dueños de la estación.