San Andrés

La medicina propia es un modo de permanecer

Las afectaciones del gasoducto se empiezan a sentir, la forma de vida de la sierra se pone en riesgo. Con el cambio de dinámica que promete la empresa, se manifiestan afectaciones inmediatas, es agraviado el ciclo del agua y su convivencia con los pueblos es amenazada por el gasoducto.

El agua se convierte en el cobijo de los pueblos, se derrama por la sierra cubriendo por las cañadas a totonacos, otomíes y nahuas. Del trabajo, del cuidado y aprovechamiento de la tierra y el agua se desprende un lenguaje profundo con el que se hila en el tiempo la convivencia con la sierra. Hay historias varias en torno al cerro, al agua, al ser colectivo, y entretejen un territorio que se ve amenazado, pero que se resiste a desaparecer ante la amenaza del gasoducto. La medicina propia es un modo de resistir y al mismo tiempo permanecer. Dice doña Elidia López:

Doña Elidia López, curandera y partera de la región. Foto: Daniela Garrido

–Muchas veces funciona más la medicina casera que la comprada. Antes se ocupaba casi puras hierbitas. Antes no había clínica. Cuando nos aliviábamos de la familia, acostumbrábamos pura hierbita. Las hierbas y el temazcal y luego una cubetada de hierba al bañarse, pero lo que aguante de caliente: se quema todo el cuerpo. ¿Para qué quiere más? Hasta no sudar. No se alivia una hinchada, no queda uno resfriado, porque se resfría de lo que ya tiró su sangre y está mala, pero anda en el suelo, en el frío o haciendo su quehacer con este frío; por eso se hormiguean los pies y hasta se levanta la hinchazón y dolor de barriga. Pero con la hierba no, porque se baña y tomado. Aquí está mi nuera, gracias a Dios, nunca padece de dolor de barriga o de frío, nunca padece de otras enfermedades.

–Ahora está cambiando todo con los programas de gobierno. Ahora nos mandan llamar, no, pues tienes que ir a tal parte," “tienes cita en tal parte” y así. Desgraciadamente, esas tradiciones de los partos o de las parteras están cambiando también. El caso aquí de mi suegra que es era partera, es curandera, que soba a las señoras, te da hierbas. Ahora, si se pone mala alguna señora, si está por abortar aquella sangre —porque es sangre lo que tenemos en la barriga—, si le duele la cintura, le duele la barriga porque ya la va a aventar, hay hierbas para que se le calme el dolor y ya no caiga nada con eso. Es bebido y caldeadito. Hasta que llegue la hora de que ya va a vivir el bebé, ella ya está libre, ya no le pasa nada. Hasta ahora ella es la única de los mayores, que tiene más de 95 años. Mucha gente viene y la busca. Cuando de plano ven que van con doctores y ven que no les hace, vienen a verla o la llevan en carro. Como ya tiene su edad la llevan en carro.

–Me llevan y me traen. La difunta de mi mamá sabía mucho de hierbas. Hasta la llevaron a Villa Juárez y trabajó con un doctor de allá. Esas hierbas hasta allá las llevaba mi mamá para hacer ese trabajo; ya luego iba yo. Estaba vigilando cómo lo hacía. Ahora, para arreglar la familia, cuando está atravesado un niño, tiene uno que sobar y sobar hasta que no se mueva a su lado. Si viene de pie la cría, dar vuelta, una malteada y luego voltearlo despacio, despacio, hasta que no quede en su lugar. Nada más ponía cuidado cómo hacía mi mamá y se me quedó el trabajo. [Ríe.] Le puse afición.

Y me llevan y me traen de la Cueva, de Cuautla, de Saltillo, pueblitos de por aquí. He ido a curar las enfermas. De Loma Bonita, de Tlapa, ya fui a andar por allá. Me llevan. Ahora, cuando se ruedan las personas, se caen, se les descompone la matriz y les duele, no los dejan andar. Voy, les doy una manteada, las empiezo a sobar, a rodarlas en su cama y una sacudida. Quedan bien las personas. Muchas veces se sienten mal y se van al doctor, y para ellos la solución es una operación, cuando se requiere de una persona que los sepa curar así; pero tienen que tener reposo para que se establezca el dolor que tienen.

Cuando vienen a verme, hasta de noche, cuando se sienten mal, o las criaturas, que se mueren del golpe si no los atendemos, me lo traen de empacho. Si no lo traen, me llevan a curarlos y ahí están, gracias a Dios. Me habla uno, me habla otro. Me dicen: “si vivimos es por usted; si no, ya me hubiera muerto” o “vive mi hija por usted, si no, ya no tuviera hija”. Y ya no me dejan. ¿Para qué voy a decir más de lo que es? Eso es lo que me dicen. Ora cuando voy, o que ya no puedo andar. Me dicen: “venga, venga, a darme una checada”. Ahí voy a hacerles el mandado. “Quedé re-bien”, o “estoy muy bien,” me dicen. “Con el baño de hierbas que me hizo usted y la sobada, siento bien suavecito mi cuerpo.” Ahí está, para que voy a decir más. Digo lo que hago.

Foto: Daniela Garrido

Pero nadie aprende de mí. Nadie pone afición. Yo les digo. Ahora tengo a mis nietas que me dicen: “cúrame abuelita, que me cayí”, “me golpeé, cúrame”. Ahí la estoy curando y les digo: “¡Prende mi’ja! Alguien de ustedes, prendan —hace falta. Sea para ustedes o para otra gente”, les digo, “prendan, uno de ustedes prenda cómo hago: no nada más a sobar, mi’ja; hay que buscar dónde está la enfermedad. Si es torcido de tripa tienes que conocer: si te da la tripa aquí en la boca del estómago, igualmente se siente dónde está la enfermedad y no te deja comer. Ahora te caes de sentón o pa’atrás y te duele de este lado: ahí está la enfermedad. Por eso te duele todo esto. Por eso. ¡Enséñese mi’ja! No es malo lo que le digo”. Pero ninguno quiere aprender. Ahí ya no puedo hacer nada, ¿verdad? Dicen: “para eso hay dotor”, dicen. “No es cierto, mi’ja. Ya ves, van al dotor, luego me vienen a ver.” El dotor de los ovarios: estás mala, quiere operación. Que te cayiste y se te está viniendo lo demás: “pues le vamos a mochar”, “lo vamos a operar”. Y no es cierto. Hay modo para que se vaya eso. Allá en Altamira he ido. Cuatro viejas, con perdón de ustedes lo que voy a decir, ya tenía cuatro meses enferma la señora, se dio de sentón; luego se le vino la cosa, andaba escurriendo la pobre señora y tenía colgado lo que se le bajó. Luego, que me llevan. La sacudí con la cabeza pa’ abajo, luego la manteamos, que le pongo un culequilla, y clavada de cabeza y luego que envuelvo mi mano con un trapo y luego un “nailo*”*. Saco un manojo de hierbas —que ya estaba cocido y bien caliente—, que le pongo la plancha de hierbas y le digo: “ora”, con perdón de ustedes lo que voy a decir, “ábrete de los pies y yo te voy a ver cómo está”. Mira, cuando se le fue pa’ dentro aquella cosa, vaciando una botella de agua, que se le fue pa’ dentro esa cosa, hasta se privó la señora. Pero con el favor de Dios, Diosito tan grande que me acompaña, no le pasó nada: ahí anda la señora, hasta gordita ya está de que se compuso. Pero sí da trabajo y peligra uno; pero yo primero hago mi promesa. Le enciendo una veladora a la Virgen de los Remedios, luego a la Virgen de Natividad le pido que me ‘yude, que me ‘yude a curar a ese enfermo. Así hago. Y aquí estoy. Ninguno me viene a molestar, que porque no salga bien lo que hago; no. Gracias a Dios, no.

El trazo del gasoducto pasa cerca del manantial. Sí, porque el agua viene desde allá arriba, desde el cerro, la punta del cerro. Desde allá viene toda el agua que hay por acá. Y sí nos va a afectar si llegara a pasar eso

Ahorita ya no sé qué está pasando. A lo mejor se está escaseando el agua porque ahora ya no tenemos: sólo cada tercer día. No abastecen el agua para toda la gente, porque no llueve. Cuando es tiempo de lluvias, sí. Pero ahorita, como casi puro frío, se está secando. Lo mismo que con el calor, en abril y mayo se seca bien. Aquí el chorrito, de donde traemos agua, se llama Manantial del Cerrito. De ahí es de donde ahorita traemos agua que no tenemos. La acarreamos con cubetas, garrafones. Ahorita allá vamos a lavar la ropa. Cuando no hay agua, va la señora allá. Hay otro manantial allá abajo: Manantial de La Pahua. Abajo hay otro manantial que se llama Manantial de La Joya.

El trazo del gasoducto pasa cerca del manantial. Sí, porque el agua viene desde allá arriba, desde el cerro, la punta del cerro. Desde allá viene toda el agua que hay por acá. Y sí nos va a afectar si llegara a pasar eso. Porque tan sólo cuando echaron la carretera, también hubo un tiempo que nos faltó el agua, cuando apenas echaron la carretera.

Porque, por ejemplo, estamos escasos de agua. Ahorita lo estamos viviendo y todavía no hay ninguna construcción allá donde tomamos el agua y ya estamos sufriendo de agua. Cada tercer día le abro a la llave para que se junte para toda la gente. Eso es lo que a nosotros nos preocupa. La empresa: ellos van a venir a destruir y agarran y se van. La gente se queda a vivir aquí, a sufrir las consecuencias. Somos nosotros, no ellos. Siempre les digo: ustedes no viven aquí para ver lo que nosotros vamos a vivir. Ustedes vienen, agarran, deshacen y se van. ¿Quién es el que sufre? Somos nosotros con nuestros hijos: son los que se van a quedar a sufrir. Estamos como unos pollitos aquí: que para allá, que para acá. No le debemos a nadie de nada, porque no tenemos un gasoducto, una empresa, una fábrica que vaya exportar.

Ya en este caso, sería más complicada la vida. Como decía mi tía: si ahorita no se da bonito las cosas que estamos sembrando: el maíz, frijol, el cacahuate o los chiles, no se da bonito, y si pasara, imagínate cuánta contaminación. Ellos dicen que es gas natural. Sí, gas natural, pero ¿qué crees? Que afecta. Afecta el clima. Por ejemplo, el agua nada más va dando vueltas. Las nubes se van al mar, cargan y vuelve a llover, y luego esa agua ya viene contaminada. Eso no es lo que queremos. Como decimos desde un principio, aquí la empresa la estaba apoyando el presidente. En vez de que el presidente diga: ¿Sabes qué? No; ésta es mi gente, la que me sigue apoyando. Pero no. El presidente viene y dice: Apoyen a cambio de una obra. Dice mi esposo: “a lo mejor sí nos dan una obra”. Pero, ¿de qué sirve? Tenemos una obra, pero a cambio de la vida de nuestras familias, a cambio de una contaminación. Eso es lo que a nosotros nos preocupa ahora. Nunca habíamos pasado esto. Estamos atemorizados porque ellos dicen que “queramos o no, van a pasar”. Sí han dicho eso.

Nosotros somos originarios de esta comunidad de San Andrés. No queremos este proyecto, porque nosotros no somos beneficiados de nada. Nos pueden dar una obra, pero ¿para qué? Esta obra a cambio de que el pueblo esté contaminado. Ellos nos dicen de mil maneras que no y nos quieren convencer, pero nosotros decimos que no. Nosotros estamos aquí con la maestra Ortensia y gracias a ella, sí nos ha abierto los ojos, para poder luchar y salir adelante.

Pero insisten en que el gasoducto va a pasar. Tan sólo el 30 vinieron a una votación. “Que sí va a pasar, quieran o no quieran, va a pasar. Ahora sí que va pasar, pero se van a quedar sin obra”. El 30 de diciembre [de 2017] vinieron y se hizo la votación.

Ya habían venido antes y se hizo una reunión. Se acordó que se sometería a votación. Si la mayoría decía sí, pues ni modo. Pero, si la gente apoyaba el no, ya jamás ellos iban a regresar. Pero la empresa sí ha regresado. Desconozco el motivo por qué ha regresado. Si ya está el acta y la tiene el juez. Entonces, en este caso sabemos, por ejemplo, que el presidente no está conforme con el resultado de la votación. Según ha pedido que se haga una reunión, para que la gente que está de acuerdo firme. Están violando el acta ya existente. Están violando los derechos de las personas que dijeron que no. Hasta este momento el juez no ha hecho reunión. El presidente no ha venido. Pero cuando la empresa venía, siempre venía acompañada del presidente. En una ocasión, también se armó un lío, porque el presidente y su gente no nos permitía que la gente que venía de fuera o que estábamos en contra entráramos a esa reunión. Después entramos a esa reunión y le dijimos: “si no quieres que venga gente de aquí, entonces ¿qué haces tú aquí? Tú eres de aquí y nosotros somos de aquí y con todo derecho podemos estar en esta reunión. Si dice usted que no esté nadie de aquí, entonces en ese momento váyase”. Hasta ahorita, el presidente ha dejado de venir. Viene la empresa y le marca el juez. Ya hasta el juez sabe cuándo va a venir la empresa, porque le está marcando la empresa cada que va a venir.

Foto: Daniela Garrido