San Pablito

El papel amate

Un taller de papel amate. La casa está en el ala norte de San Pablito, tras subir una cuesta muy pronunciada y larga, mero arriba del pueblo. La vista desde el patio de la casa de la familia Santos nos permite ver la mayor parte de las cañadas y de los otros pueblos que están metidos en los cerros. Fue un punto vigía muy favorable para la plática.

El agua es el ingrediente que hace posible la transformación de la corteza del jonote a papel amate, pues es necesaria para el cultivo de los árboles y primordial para enjuagar las tiras de corteza después de haber sido hervidas con cal, ceniza o sosa. El agua posibilita que San Pablito sea “la cuna del papel amate”.

Fotos: Itzam Pineda

Comenta Gaspar Santos: “Mis padres y abuelos eran de acá del pueblo, aquí siempre estamos trabajando. Cuando empecé con mi trabajo, tenía yo como quince años. Bueno, tenía yo mi patrón, ahí aprendí, aprendí con mi trabajo, yo sólo nada más viendo. Mi papá se dedicaba al campo, se llamaba José Santos, pero yo aprendí desde chiquito, con personas de aquí de San Pablito; de ahí compré un poco de material, que llamamos jonote, ahí está el árbol, acá tenemos uno chiquito, de aquí se ve. Aquí casi no hay, viene de aquí de la Selva, de La Unión, de ahí lo trae la gente, viene la gente a vender el material, así ha sido. Ya esta gente pertenece a Veracruz, viene para acá con el material”.

“El jonote es el árbol principal que ocupamos, ése es el que da más en el año. Hay otro material que le decimos mora. Ahorita está dando el jonote y también el árbol mora. El jonote colorado ése sí se da todo el año. Hay dos tipos: uno que se da todo el año y otro cada año. Se encuentra aquí pero muy poquito, no rinde, no da mucho, porque luego compramos 500 kilos o hasta 600 kilos. Ahorita sale caro el jonote, sale como a nueve pesos el kilo, cuando no hay dinero compramos unos 200 kilos.

Fotos: Itzam Pineda

“Para el proceso completo antes se utilizaba ceniza, de la leña, porque la gente usaba mucha la leña, ahí se juntaba la ceniza, la manejábamos antes. Se ocupaba con el jonote, se echaba para que se cociera, le echamos también cal, Calidra, en aquel cazo que esta allá, se usan unos 60 cuartillos, 70 cuartillos, más cuatro cuartillos de cal o hasta cinco para que se cueza bien bonito. Lo dejamos un día; ya como a las cuatro o cinco ya está, con pura leña. La leña la traemos del monte, aunque también ya llegan a venderla por acá; hay veces que yo voy a traerla, pero se cansa uno. Ahora gracias a Dios llega la gente con leña, yo creo que esa gente tiene permiso de cortarla.

“Después de que hirvió lo lavamos, lo echamos en una tina grandota, ahí echamos el agua, le quitamos lo sucio y ya que se ponga blanco lo sacamos, entonces lo volvemos a echar; primero le quitamos los jugos que tiene, se pone blanquito, lo sacamos, lo echamos en cloro, que se ponga blanco. Mire, ahorita lo echo ahí y se pone colorado el jonote, ya después se pone blanco con el cloro. Siempre es el agua la que se utiliza para esto al final.

Fotos: Itzam Pineda

“Ya luego lo agarramos con esta tabla y se empieza a machacar, esto es para que se ponga liso. Te enseño uno para que veas cómo queda. Se pone blanco. Le echamos agua y se pone limpio. Y ya con eso queda, ya se empieza a vender. Hay personas que lo venden, ahorita incluso ya lo están llevando lejos, a otro país, antes no era así.

“La verdad es que nosotros aquí lo vendemos, la misma gente aquí en el pueblo lo compran y después ellos quién sabe a dónde se lo llevan.

“Nosotros lo vendemos por hoja. Si está a nueve pesos el kilo, entonces a diez pesos la hojita. Pero ya no sale porque lleva mucho material, le echamos sosa y la leña, pero ya no sale.

“Ahorita ya no se prepara igual que antes. Ahora ya se metió la sosa; tiene como unos veinte años que se empezó a usar porque ya no había tanta ceniza porque la gente comenzó a utilizar estufa de gas y ya no ocupaban leña, y así ya no se juntaba ceniza. Antes usaba leña la gente, temprano, en la tarde, todo el día, pura leña. Pero entró el gas y ya no la ocupan.

“Nada más él y otro trabajamos, somos tres. También los nietos nos ayudan. Tenemos que estarle ayudando y enseñando al chamaco, pero ahí va.

“Mis hijos como a los siete años ya trabajaban el papel. Como mis hijos ya saben, los nietos también machacan. Los tenemos aquí todo el día enseñándoles.

El agua es el ingrediente que hace posible transformar la corteza del jonote en papel amate. Es necesaria para cultivar los árboles y primordial para enjuagar las tiras de corteza después de haber sido hervidas con cal, ceniza o sosa

“Cuando estaba barato el jonote entonces trabajaba la mayoría de gente, hace como unos 15 años. Estaba barato el material, y así salía barato el papel. Pero no nada más ese trabajo se hacía. La gente hacía la chaquira también. Cuando yo estaba chavo ya se estaba haciendo la chaquira aquí —será como unos cincuenta años. El papel tiene más antigüedad. Unos cien o doscientos años. Mi abuelita traía ya su tablita y ahí lo hacía, con su rodillo, uno de 10 por 20 o de 30 por 50 centímetros. Salen cuatro hojitas así en ésta, que es de 60 por 40. Antes ése era el tamaño: de ahí salen cuatro hojitas. Hacíamos puro chiquito. Quién sabe dónde lo llevaban a vender, estaba yo chamaco. Sólo se dedicaban al amate. Aquí en el pueblo había también un curandero que ocupaba también el papel, lo ocupaba para limpiar la enfermedad porque la gente acostumbraba eso. No había médico: con ese papel empezaban la limpieza, cuando estaban enfermos. Ya hecho el papel, lo cortaban, hacían figuras, hacían dioses y con eso curaban. A mí me curaron con el papel, así una enfermedad como ataques. Si le pega el aire a uno, le hacen limpieza o se te pone chueca la boca y con eso lo curan, tiene que estar hecha la figura. Se utiliza el amate, una vela, un pollo, para sacar el mal, lo tiran como ofrenda. Casi ya no lo están haciendo: ahora puro médico.”

“Yo he escuchado que ese gasoducto sí va a pasar, pero no sé si sea cierto, si pasa aquí por el pueblo quién sabe qué vaya a pasar, porque hay gente que dice que no es peligroso, pero quién sabe.

“Yo creo que sí puede afectar porque tenemos unos manantiales y no sé si vaya afectar el agua. La gente que ya sabe dónde pasará el tubo dice que es peligroso, no se puede hacer trabajo cerca de la línea.

“Hay una persona que es un líder de aquí que quiere que pase el gasoducto, pero la gente no acepta. Martillano dice que si pasa el gasoducto va a haber obras, va a haber escuelas, calles, la iglesia la van a reparar. Para mí no me convence eso, porque si pasa el gasoducto van a tirar el cerro. Ese cerro si lo quitan, de dónde va a venir el agua.

“El cerro es un milagro, el curandero siempre va a dejar su ofrenda allá. Cuando están enfermos ahí suben a curarse. Viene el curandero a tu casa y la limpia que hicieron la llevan allá a los dioses; y poco a poco nos vamos sintiendo mejor.

“No queremos que pase el gasoducto, porque no queremos que afecte el agua, pues afectará nuestro trabajo. Sin agua no se puede hacer nada. Este material lleva mucha agua, no sé cuántos litros lleva: un chingo. Estamos todo el día, si no lavamos se echa a perder. Si no le quitamos el cloro se desperdicia.

“En tiempo de calor, casi no hay agua. En tiempo de sequía, en la tarde le cierran la llave y en la mañana le vuelven a abrir, porque tenemos depósito. Hay un comité que ve lo del agua, es de acá el comité, el pueblo lo nombra. Aquí San Pablito está dividido por secciones, ésta de acá tiene su propio manantial. Aquí la gente se junta, votan por su comité. Es por secciones. Cada sección tiene su toma. Los mismos productores de papel participamos ahí. El agua se junta cuando abre la llave el comité y entonces se puede trabajar.

Altar casero en San Pablito Pahuatlán. Foto: Daniela Garrido

“Las milpas también, por el campo, la gente sube a sembrar lo que es el maíz, el frijol y todo lo que tiene el pueblo, así que sí afectaría el gasoducto.

“No nos dedicamos sólo al papel, también siembro algo: cacahuates, sale para frijolitos, así para la comida, es para consumo familiar, no para la venta. Hay gente que siembra mucho, comercializan el cacahuate o el maíz. Vamos todos a trabajar el campo, los niños también. Hay que enseñarles a trabajar el campo, para que no se queden después sin comer.

“Regresando al papel amate. Acá nos lo compra la gente, aquí llegan por él. Nosotros queremos salir a vender, pero no sabemos dónde, no conocemos un mercado. Si me voy a vender a México y me piden una factura o así, de dónde la voy a sacar, no tengo. El temor es que la gente lleva su mercancía e intenta vender afuera y hay veces que la policía o el soldado en donde está el operativo le preguntan, de dónde sacaste, y cuando uno se intimida y no responde bien pues se lo quitan. Es el mayor problema que tenemos y entonces mejor uno no sale porque nos lo quitan por allá, si no tenemos permiso o algún papel.”

“Cuando uno pela un jonote ya no le vuelve a salir la corteza. Se seca hasta la raíz. Mejor tumbar los árboles, los tumbas y queda así el tronco, pero retoña. Si lo tumbas así vuelve a retoñar, y así ya sacas el jonote.

“En un año ya esta así de grande (hace señas de un metro más o menos), si lo dejas tres años ya está listo para trabajar el jonote de vuelta.

“De un árbol apenas salen cuatro tiras, salen unos cuatro o tres kilos, es poquito. Nosotros compramos 200 kilos y los echamos en este cazo, apenas salen unas 350 hojas. Con 200 kilos, necesitas como 12 kilos de sosa. Imaginen. Ahorita sale caro. Vale como 35 o 40 pesos el kilo. Es difícil juntar la ceniza; antes se juntaba rápido. Antes en una semana íbamos a ese pueblo que se ve ahí, Xochimilco y ahí íbamos a juntar ceniza. En un día juntábamos unos 60 cuartillos. En un día. De ceniza le echamos unos 60 cuartillos por cinco de cal y lleva una carga de leña o una bestia cargada, decimos. Unos diez manojos grandes. Traían burros cargados con ceniza. Era cuando hacían piloncillo y de ahí salía la ceniza, pero luego del panadero no quedaba bien la ceniza, tenía que estar bien coladita bien finita. Con los panaderos llevaba mucho carbón, quedaría de otro color, puro papel moradito. El color blanco apenas fue con la sosa, antes era como pintadito con la ceniza y la cal. De varios colores tendrá como veinte años que lo hacemos. El cloro lo traemos de Tulancingo, unos 200 litros; no conviene traer poco porque es mucho gasto.

“Pues si pasa el gasoducto ya no vamos a poder trabajar. Sí es importante porque cuando se metió la sosa, cuando se hizo cambio del proceso, es cuando la gente empezó a emigrar, empezó a faltar la ceniza, es por la emigración porque la gente salió a buscar. Lo mismo que con el campo, la gente ya no lo trabajó, salió a buscar a Estados Unidos o a la ciudad. En un tiempo quisieron que paráramos de producir el papel porque se gastaba mucha madera. Pero la decisión depende de los presidentes municipales, ellos son quienes ponen esa ley de que los indígenas afectan esto o lo otro. Cada vez que veían que pasaban los camiones que traían el jonote o la leña lo detenían.

“Mostrando unas cortezas nos dice: miren, éste es del árbol de la mora y éste es del jonote, el colorado, éste no tiene ningún trabajo. Hay que pelarlo. Son dos capas: una por fuera y la otra empieza, ya lo limpio. Nosotros ocupamos lo de adentro, huele al chiquihuite.

“Pasando este mes de mayo, pasando junio ya empieza a ser el tiempo de sacar corteza, comienza a pegar. Si se cae la hoja ya no da. Eso dura como dos meses para cortar, cuando ya está maduro. Es cuando salió la hoja que es buena para cortar, cuando se le caen las hojas ya no está bueno, ya no sale, ya no sale, como que se amarra. En esos meses de ahorita los árboles están tiernitos, abril, mayo. Lo tumbamos con machete y lo pelamos, ya sale así de limpio. Como en una hora sacamos las cáscaras. Ese árbol de mora tiene esas lagrimitas que son las que pegan y ya no queda bien. También sale del tule, pero el original es el del jonote. Ese material te dura años, no como el tule, que dura como cuatro años, el jonote dura como veinte años. También es el cuidado que le des. A los dos tipos de árbol se le da el mismo tratamiento. La mora tiene su propio color. Ése si lo echas con un poco de cloro lo blanqueas más, el jonote nada más hirviéndolo. La mora a fuerzas quiere cloro. Y después hay que tirarle todo el cloro; se escurre, al ponerse blanco al ratito o mañana temprano ya lo saco.”

El café es otro cultivo importante en la región. Aquí el café recién pizcado. Foto: Daniela Garrido

Nos enseña una corteza lista para trabajarla: “Éste es el jonote; es el material que utilizamos. A ver, dejen les enseño cómo lo hacemos”. Nos acercamos a un par de mesas que tiene en su patio y pone un par de tablas pequeñas, “primero hay que acomodar bien, te fijas en la orilla que quede bien derechito, es una muestra nada más para que sepan cómo se hace; voy a hacer una hoja chiquita, ahora ya vamos a echarlo y lo aplanamos con esta herramienta (una piedra lisa de metate)”.

Lo aplasta de forma uniforme y lo hace cuadrado. “Es una piedra de metate”, dice. “Ésta dura toda la vida, ésta si me muero me la echan en mi caja porque qué tal si me la piden allá, qué tal si me dicen, ponte a trabajar. Yo llego allá a trabajar aunque no sabemos que vaya a pasar, la gente cuando se muere se lleva su mecapal, su machete con lo que trabajó pues, todo eso se lleva. Así dice la gente del tiempo anterior.

“Éste que acomodamos ya lleva cloro, lo ponemos en tiras y lo vamos aplastando y juntando, éste es una muestra. Lo dejamos secar al sol. Cuando hace fuerte el calor, rápido en una hora ya está listo, toda la tabla la ponemos al sol. Mi abuela lo hacía así porque así lo pedía la gente para la limpia, para curar. Éste es natural porque no le echamos cloro. (Siguen aplastando las tiras para el papel.) Cuando se abre le echamos agua para que con eso ya lo extiendan bien, hay veces que cuando se hace en hoja grande se seca por un lado y luego se seca por otro y así se le va machacando y se le echa agua y así va quedando, por eso el agua es muy importante. El agua es la materia prima para trabajar el jonote y para que crezca también debe tener mucha agua. Las tablas cuadradas que tenemos aquí son las bases y las redondas son para hacer las figuras. El agua es central para lograr esto, el agua es para toda la vida. Una figura de unos 40 por 60 lo damos en unos 250, lo pintamos con jugo de jonote, también lo usamos. Necesitamos mucha paciencia para hacer esto, tarda uno en aprender. De generación en generación vamos innovando, si uno quiere lo hace. Todo lo ocupamos, no sobra nada, no hay merma”.

El mero día de la fiesta de San Pablito, hablamos con el mayordomo René Trejo Hernández, quien también hace papel amate. Es el padre del mayordomo en turno y nos reunimos en la casa del mayordomo principal. Después que comimos mole y arroz, y bebimos atole de pinole, en ese mismo lugar se sentó con nosotros don René Trejo, mientras al fondo se escuchaba una banda de viento.

“Yo nací en la tercera sección, que es la parte norte del pueblo. Tuve cinco hermanos y tres hermanas. Mis papás se dedicaban al campo, eran campesinos, sembraban maíz, frijol, cacahuate, tomate, jitomate, nosotros trabajamos fuerte en el campo lo que es la caña. Es un trabajo muy fuerte, muy pesado, pero gracias a Dios yo aprendí; sé cómo se hace el piloncillo, viene de la caña, se muele en un tlapiche, así se llama el aparato, ése es lo que trabajaban mis padres. Los terrenos están aquí mismo en San Pablito. Ahora ya no se cultiva tanta caña porque se vende más el azúcar que el piloncillo. El atole que acabamos de tomar tiene piloncillo, cacao y canela. Mi papá también hacía papel amate pero él no salía a vender, él vendía aquí con la gente, con los comerciantes. No como yo hago, yo compro y salgo a vender.

“El jonote es el árbol con el que hacemos el papel. Yo así, gracias a Dios, así es mi plática, a mí me gusta trabajar en el campo, en el comercio. Creo que usted ha escuchado lo de los proyectos en la CDI, lo que es de todos los indígenas, ellos me apoyan mucho, ¿por qué me apoyan?, porque yo trabajo. Yo solito sembré 2 mil 500 plantas de jonote y me vino a buscar el delegado del CDI, don René, y me dijo: me enteré que tú trabajas en el campo y que hiciste esto y lo otro y por qué, me dijo. Pues porque es parte de mi trabajo, es mi materia prima, le dije. Yo mismo lo hago, el día que se acaben los árboles yo ya no tengo mi materia prima. Entonces tuve que plantar mis jonotes, todavía tengo allá arriba el terreno de mi difunto papá, es donde voy sacando poco a poco mi materia prima.

“Los sembré hace tres años, a los tres años ya puedes estar sacando materia prima. Crece muy rápido el árbol que conocemos como jonote colorado, jonote xalame, jonote mora.

“El trabajo es muy largo. Voy al campo, ahorita que ya tengo mis propios árboles, llevo a mi gente y los despegamos del propio árbol del jonote. Es la cáscara. La corto. El árbol se queda ahí, lo que es el tronco se queda ahí, lo que usamos es la cáscara, y ya despegando le quitamos la cáscara, o sea pelamos la penca. Llego aquí a mi casa. Ahí tengo cazos, para que se hierva el jonote hasta que queda bien, le ponemos calidra y sosa de cocina, el trabajo es así. Como le digo un día se coce, otro día lo lavo y al otro ya está listo para preparar en un tablón. Ahí lo voy extendiendo, el jonote ya cocido y así, todo hecho a mano. Ése es mi trabajo que sí me ayuda mucho.

Sí lleva el agua, pero aguanta mucho el sol, ahí está vivo, cuando llueve mucho ahí está, aguanta mucho. Para el proceso sí se ocupa mucha agua, porque pues yo siempre pongo ejemplo, o sea si es una ropa muy sucia sí se ocupa mucha agua, porque cuando está muy cocido sale muy sucio por la cáscara, hay que lavar y lavar, enjuagar y enjuagar.

Antes en tiempos de mi papá la gente tenía que subir mucho para sacar agua. Había un río acá, y ahí iba, allá íbamos por el agua, tenía bestias, las cargaba con un bulto o dos bultos para ir a lavar allá, y ya de regreso se empezaba a hacer la hoja. Ahora todo ya es en los talleres, traemos agua de la montaña.”

San Pablito desde la cumbre de El Cuajolote. Foto: Itzam Pineda

“Yo llegué a comerciar el papel hasta por Veracruz, en Guerrero. A donde iba yo a vender mucho era a Maxela, Guerrero, a Xalitla, pero ahí todo lo que es papel amate es curiosidad, lo pintan con una historia de boda o quinceañera. También son indígenas los pueblitos a los que voy a vender y veo cómo lo pintan, los niños y niñas lo pintan, animales, pájaros. Es ahí a donde me doy cuenta que cada quien hace sus dibujos. Luego me cuentan cómo le hacen los niños que ya saben dibujar. Todo el papel es de aquí.

Diosa del agua. Foto: Eliana Acosta

“Esto de los papeles es cuento de muy antes. Sí. Me platicó uno de mis bisabuelos y a él le platicó su abuela cómo lo pensaron. En aquel tiempo el papel amate no se hizo nada más así, en aquel tiempo no había doctores para curar a algún enfermo, entonces la gente buscaba y buscaba cómo curarlos. Entonces tenían que ir al campo a buscar unas plantitas para que curaran a la gente; aquí los curanderos, los brujos que curaban a la gente, empezaron a hacer medicina con el jonote. Lo cocían, lo hervían y ahí lograban el papel amate. Lo cortaban, hacían muñecos buenos y muñecos malos y bueno agarraban este papel amate porque viene del campo. Es un papel que es bueno, con eso la gente hacía muñecos buenos o malos. Con eso limpiaban a la gente, si usted está enfermo, lo va a limpiar un curandero, un brujo. Pero hacían una oración también. Y qué crees: sí se curaba la gente. Entonces el papel amate tiene esa importancia, es ahí donde la gente le entró. Y así descubrimos que el papel amate, el jonote, sí es bueno. Nos siguió, porque sí se curaba la gente.

“Hay gente que sólo lo toma como adorno, pero lo que dice la gente, lo que luego nos pregunta la gente, lo que yo he escuchado luego cuando voy a algún negocio, es que de dónde viene el papel amate. No, pues el papel amate viene del pueblo de San Pablito. Ese pueblo es el que lo hace. No hay otros pueblos, es de aquí. Hay otros pueblitos que intentan hacerlo, por ejemplo Xochimilco intenta hacerlo, porque San Pablito está progresando con este negocio, pero no sé por qué pero no funciona y no sé por qué, y le pregunto a unos amigos: tú te enseñaste a hacer papel amate, por qué no seguiste. Pues no sé, me dicen, no me gustó, no me interesó. Ya aquí como le digo, yo ya tengo mi jonotal, como se le diga. Yo voy a traer mi jonote, traigo unos 400 o 500 kilos y ya es una ayuda, 500 kilos de 10 pesos ya son 5 mil pesos en lugar de comprar, si hay tengo.

“Y de ahí salen como 2 mil hojas. De una tonelada salen 4 mil 500 o 5 mil hojas, ya depende la habilidad de cada quien.

“La habilidad la van aprendiendo los jóvenes, lo están aprendiendo algunos, nuestros nietos.

“Aquí que salga y sea rentable depende de uno, de la misma gente. Yo de mi persona si le echa ganas uno, pues sí funciona, pero como usted dice, yo voy a vender y si ya no vendí voya hacer otra cosa. Yo lucho y lucho. Busco otros mercados, otros lugares para poder seguir adelante.”

“Yo desde que nací, mi papá y mi mamá, ellos hablaban esa lengua, el ñahñú. Entonces desde niños aprendimos, es como usted tiene un hijo pues de niño va entendiendo el castellano, así estamos nosotros, uno que es mexicano enseña desde niño y así se va enseñando. Mi niño ya está aprendiendo nuestra lengua porque así la hablamos, por eso así se va aprendiendo, los niños más chiquitos están aprendiendo el ñahñú. Apenas hay dos dialectos, aquí en San Pablito, el de Xochimilco, en Zacapehuaya, en Santa Mónica, es el otomí. También se habla el náhuatl, el mexicano. A mí me gustaría seguir enseñando esta lengua a nuestros hijos y nietos, para que no se pierda. Tanto el trabajo de uno que tampoco se pierda, como usted dice, es importante. No queremos perder la lengua.

“A veces hasta mis hijos me dicen: yo ya no quiero seguir como tú hablas, yo ya tengo estudio. Yo les digo: no por favor, tú síguele, que no se pierda. Y sí nos obedecen. Yo no me olvido de mi raza, de mi lengua, de mi familia y me da gusto que no se pierda.”