Así nos organizamos para luchar contra la megaminería en Morelos

Así nos organizamos para luchar contra la megaminería en Morelos
Bernardo Luis Mc Kelligan
La Jornada ecológica 268
20 agosto de 2023
En el norponiente del estado de Morelos duerme un dragón. Hace más de 20 años en el municipio de Temixco fueron concesionadas 15 mil 025 hectáreas a la empresa Esperanza Silver de México, actual subsidiaria de la canadiense Zacatecas Silver.
De acuerdo con la manifestación de impacto ambiental (MIA) rechazada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en el 2013, el proyecto extractivo de Esperanza Silver buscó y sigue buscando abrir dos tajos a cielo abierto para explotar oro y plata.
El más grande de un kilómetro de diámetro y ochenta metros de profundidad. De ser publicada y subsecuentemente aprobada una nueva MIA por la Semarnat, la empresa tiraría miles de árboles que ocupan la zona, dinamitaría el suelo y mezclaría la tierra extraída con agua y cianuro.
El proyecto tendría afectaciones sociales, culturales y ambientales (algunas de las cuales ya se pueden ver por la inserción de la empresa en el tejido social y las actividades de exploración de minerales).
La concesión abarca once núcleos agrarios y cientos de hectáreas de selva baja caducifolia conservada. Uno de los tajos plantea hacerse en el Cerro del Jumil, el cual fue el observatorio astronómico de Xochicalco, principal zona arqueológica de Morelos y designada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Además, las constantes detonaciones podrían afectar la integridad misma de Xochicalco, ubicada a solo dos kilómetros del tajo propuesto.
Adicionalmente, más de 200 mil personas viven en un radio de 10 kilómetros; ellas podrían verse afectadas severamente en su salud por las partículas tóxicas que generan las detonaciones; en sus derechos, por la destrucción de su patrimonio biocultural; en su economía, por la erradicación de las actividades productivas locales como el turismo, la agricultura y la pesca; en sus recursos, por la pérdida significativa de reservas de agua –el complejo utilizaría hasta dos millones de litros de agua diarios–, y, en su bienestar por la delicada asociación entre proyectos extractivos y la rampante inseguridad mexicana. Por eso, y más, somos muchos y muchas quienes nos oponemos a la mina.
La oposición al proyecto “Esperanza” (como, irónicamente, han decidido llamarlo) se dio desde que se planteó. Incluye a ambientalistas urbanos y rurales, campesinos, académicas y académicos, defensores y defensoras del territorio, comunidades indígenas, pobladores en general e incluso funcionarios públicos de todos los niveles.
Es individual, colectiva y organizada. La constituyen varios frentes y movimientos desde la sociedad civil al cual yo y muchas más juventudes nos hemos unido a lo largo de los años. La lucha es estratégica: a veces vocal y a veces silenciosa, a veces amplia y a veces particular, a veces mediática y a veces legal. El panorama cambia todos los días y con ello nuestras estrategias.
Las y los jóvenes de las comunidades se han acuerpado en una colectiva: Guardianxs del territorio, la cual desarrolla actividades lúdicas de reconocimiento, apego y arraigo al territorio: reconocimiento de reptiles y flora local, avistamiento de aves, observación nocturna de los astros, concurso de resorteras, concurso de papalotes y demás actividades que generen una contra-narrativa al discurso desterritorializador de la empresa.
Las juventudes urbanas de Cuernavaca, por nuestra parte, hemos encontrado nuestro nicho en la lucha digital. Muchas de las principales redes sociales y campañas contra el proyecto “Esperanza” fueron conceptualizadas e impulsadas activamente por las y los jóvenes.
Una de las campañas más exitosas fue impulsada desde Morelos Sin Mina, en facebook y 11ynosvamos, en Instagram. Diversas juventudes grabamos y editamos videos (algunos utilizando equipo especializado como drones o equipo de sonido), subimos fotos y diseñamos infografías para apoyar una campaña para cancelar las concesiones mineras.
Reunimos más de 23 mil firmas y en conjunto con académicos y pobladores las entregamos a la Dirección General de Minas de la Secretaría de Economía. Ahí no obtuvimos respuesta, pero un día después, la Semarnat emitió un comunicado oficial donde por primera vez ponía por escrito su compromiso de no dar nuevos permisos (MIA) de explotación minera en todo el país (antes de la reciente reforma minera era el único documento necesario para poder comenzar a operar una mina donde ya se tienen concesiones mineras.
Para los esfuerzos de Cambiémosla Ya, una colectiva de organizaciones y movimientos de todo el país con el objetivo de asegurar un nuevo y justo marco legal para la minería, son también las juventudes quienes hemos impulsado su presencia digital.
El video de poco más de dos minutos que detalla el complejo y desalentador panorama minero nacional y llama a las y los congresistas a cambiarlo es un buen ejemplo de ello. La lucha digital, característica de las resistencias del siglo XXI, es liderada e impulsada por juventudes. La confianza e incorporación de nuevas generaciones en la resistencia contra la desposesión y la destrucción ambiental ha mostrado y promete tener grandes resultados en la era digital.
En las próximas semanas que la Suprema Corte de Justicia de la Nación tome una decisión con respecto a la impugnación de la nueva Ley Minera, que es preferible a la anterior –aunque todavía insuficiente–, veremos de nuevo una amplia campaña digital para evitar la derogación de la Ley y las juventudes de México serán cruciales para impulsarla, crecerla e insertarla en la discusión mediática.
Bernardo Luis Mc Kelligan
@b–luismc
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